Nelson Di Maggio destaca por su sapiencia. Posee la capacidad para procesar toda la información con su formación artística cultural.
Ser culto no es tener información, sino saberla aplicar al prójimo y Nelson nació para ello. No me lo imagino en otro rol.
Yo he tenido dos grandes mentores artísticos en mi vida: Águeda Dicancro (1930-2019) y Nelson Di Maggio (San José, 1928). Con ellos me he formado.
Águeda me transmitió la capacidad de emocionarme frene a una obra de arte. Atenta a todo lo que ocurría tanto en Montevideo como en las principales ciudades del mundo que año a año visitábamos.
Sí veía algún espectáculo que ella consideraba imperdible, esos que aportan en el desarrollo de nuestra sensibilidad y crecimiento cultural y yo no había ido, me llamaba para conminarme a verlo.
También me enseñó la rigurosidad del trabajo, la entrega y profesionalidad a la hora de crear, de exponer, para siempre dar lo mejor al espectador.
A través de Nelson me acerqué a la teoría, a la crítica. Eran unos años en que yo tenía poco tiempo para trabajar en el taller y mas posibilidades si como facilidad para leer dentro del ámbito familiar.
De esa forma me metí bajo su ala y me enseñó a ver, a estudiar, a escribir. Me decía que libros leer, a qué revistas internacionales debía suscribirme. Asistí a todos sus cursos y lo más enriquecedor fue viajar junto a él.
Tenemos anécdotas de momentos vividos dignos de recordar y por cierto de un gran aporte artístico.
Me viene a la memoria una exposición de arte erótico de obras inéditas que realizó el Louvre con obras de grandes artistas que nunca habían sido exhibidas. Dentro de la nómina se encontraban Miguel Ángel, David, Rembrandt, Poussin, Greuze, Gericault, Delacroix, Picasso, y Degas entre otros.
“Posseder Et Detruire ; Les Strategies Sexuelles Dans L’Art D’Occident» ; exhibida en el Louvre en el verano europeo del 2000.
A instancias muy acertadas suyas, compré el catálogo, tratándose de una exposición inédita, el cual antes debí de procesar por el tamaño y el peso del mismo.
Lamentablemente lo presté, con el ánimo de aportar a un profesor de arte y no volvió a mis manos. En cuanto regrese por Paris lo volveré a comprar no solo por las obras, sino por el recuerdo que me llevará siempre a Nelson.
Luego de un gran esfuerzo y entrega, Di Maggio logró publicar algunas de sus notas que escribió durante sus siete décadas de trabajo.
Leer esos libros, para mi es muy reconfortante pues me permite repasar tantas exposiciones que he asistido.
Su mente sagaz se pronuncia en cuanta nota escribe. Sin edición, las notas escritas oportunamente, dan cuenta de opiniones muy osadas y acertadas de exposiciones y de artistas que en ese momento no habían logrado la notoriedad que luego alcanzarían.
Me animo a decir, más bien me gusta decir, que este libro compuesto por dos volúmenes, fue escrito para mí. Recorrer sus páginas me dan la oportunidad de revivir, así como de procesar luego del paso del tiempo y la madurez implícita, así como de saborear y valorar cada recuerdo o nota.
Ya he hecho referencia a esta publicación en otra reseña anterior pero apelando al momento en que me hice de los libros, en cambio en esta oportunidad hago hincapié a su rico contenido.
Hoy lo llamé una vez más para felicitarlo y ambos terminamos emocionados. Me dijo que era su principal discípulo y aunque sé que estoy lejos de serlo, me reconforto el corazón.
-Me alegraste el día, -fue lo último en decirme.
Di Maggio es un gran crítico de arte que ha realizado un gran aporte a nuestra cultura, a nuestra formación artística cultural. Recorrer sus páginas es transitar a lo largo del arte nacional e internacional desde 1950 hasta nuestros días.




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