Con este libro me metí en la cama con la literatura.
Llegó a mis manos por a través del destino. Creo que la curiosidad propia de la edad influyó. Yo tenía 15 años.
Me lo prestó Abel, el padre de Laura Calleri Ugarte, tan cálido y particular amigo que siempre recuerdo con afecto. Linda familia y querida familia todos los Calleri.
Estaba todo subrayado y lleno de anotaciones con tinta roja. Por esa razón puedo decir que desde allí comencé una relación particular y comprometida con la literatura.
Obviamente que ya había leído otros libros, pero este significó un compromiso de por vida, un acercamiento íntimo.
Luego de unos años y sin darme cuenta me encontré subrayando los libros de la misma manera, particularidad que también heredó uno de mis hijos.
Luego sustituí la lapicera por el lápiz de grafo pero el concepto es el mismo.
Aún recuerdo las páginas de ese libro que visualizo perfectamente leyendo al sol en unas tardes de otoño.
Por supuesto que tengo un ejemplar que volví a leer ya de adulto, pero eso ya fue otra cosa.
La experiencia del primer amor es insustituible.
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