Esta novela, del género policial, donde un personaje, al mejor estilo Wallender de Mankell, llamado Chen Cao, es el personaje principal de la serie de Qiu Xiaolong (Shanghai,1953) que discurre en la Shangai actual.
Sin embargo, para llegar a dilucidar los casos, tiene que hacer un repaso de lo que fue el trágico pasado reciente maoísta, fundamentalmente de la Revolución Cultural, denunciando atrocidades, barbaridades que siguen incidiendo, agobiando, a sus habitantes al día de hoy.
En particular, en otro orden de cosas, llama la atención los platos de comida típicos, varios de ellos, de una amplia diversidad de animales.
Lenguas de gorriones; sesos de mono que se comen, mientras el animal se va muriendo luego de un corte cerebral; sopa de tortuga, donde se va hirviendo el agua con el animal vivo que no deja de nadar, creyéndose en una pecera, hasta el momento de desesperación en que su estado es propicio para que el caldo vaya siendo absorbido por su cuerpo, para de esta forma, comer la carne bien tierna e impregnada, entre otras atrocidades, blancos perfectos de los movimientos ecológicos y de protección de animales, que no llegan a interceder.
Y es que China, es el país de los extremos, de lo incontrolable, ya sea en la mano de obra infantil, productos falsos de marca, una moneda que no logra ser regulada de acuerdo a su valor real, entre otras características que hacen oídos sordos a las pautas mundiales establecidas de común acuerdo por las distintas organizaciones.
Una novela entretenida, que no da lugar al aburrimiento y a su vez instructiva, desde el punto de vista de la situación que atraviesa ese país.




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