Una cosa me llevó a la otra. Cuando leí este libro de Pierre Lemaitre (Paris,1951) ni bien había arribado a Montevideo en 2018, lo hice a partir de la recomendación de mi librero.
Estaba buscando una novela entretenida para que me acompañara en un viaje, cosa que me gusta hacer para desconectarme de la realidad y vivir a pleno el alejamiento de las responsabilidades que nos aquejan en forma diaria. Pero el destino quiso que la historia del libro fuera similar a la mía.
Un ejecutivo de mi misma edad, desocupado, agobiado y frustrado sin poder resolver su vida laboral, su situación económica, mal parado frente a su familia y con el peso que todo ello implica social y personalmente.
Mucho no me iba servir a mi espíritu escapista, pero me lo tomé a modo de desafío y volamos juntos. Estaba en deuda con este autor que quería abordar desde hacia bastante en “Nos vemos allá arriba” que aun espera por mi y el momento de conocerlo me había llegado.
Un relato ingenioso bastante atrapante que va involucrando al lector haciéndolo cómplice de una situación particular, por no decir ilegal, donde vamos apoyando al personaje en su búsqueda frenética de trabajo que le permita resolver sus problemas.
Devenido en best-seller, lo leí de un tirón, no sé si con el ánimo de acabarlo pronto y darle paso al siguiente libro menos angustiante, o por que realmente era bueno. Creo que ambas cosas. De todas formas recuerdo mi sensación de insatisfacción por un final no del todo feliz. El héroe no termina ganando definitivamente la batalla o al menos ese era mi punto de vista. Aquel Don Quijote que me representaba me había desilusionado y no había estado a la altura de mis expectativas.
Hace pocos días vi que se anunciaba en Netfllix una serie titulada Derapages (2020), basada en ese libro y dudé en verla justamente por aquel final que me seguía haciendo ruido. Libros con mal comienzo no son buen presagio. Libros con mal final, solemos olvidarlos.
Pero nuevamente me lo tomé como un desafío y la miré. Para mi sorpresa y en contra de lo que sucede usualmente luego de haber leído el relato que es llevado al cine, la serie me encantó y superó ampliamente el libro.
Tal vez el director se haya tomado ciertas libertades y haya variado el final de la serie para lograr mayor enganche.
También puede ser que mis recuerdos me estén fallando cosa que no puedo verificar pues al regreso de mi viaje, con la libertad de mi librero y mi prolijidad a la hora de leer los libros, se lo devolví. – No es un libro que quiera mantener en mi biblioteca, – le dije, algo entendible de acuerdo a mi situación.
El hecho está que disfruté mucho de la serie que es muy atrapante, donde el personaje representado por el ex futbolista Eric Cantona (Marsella,1966) casi a modo de su par en Breaking Bad, se ingenia con aciertos personales y en algunos casos desilusiones familiares, para lograr a cualquier precio su objetivo. Y ponerla a la altura de esta otra serie no es poca cosa.


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