Llegué por casualidad a raíz de una llamada a un amigo quien me comentara que iría a la presentación del libro.
Se trataba de “Rara Avis” escrito por Claudia Amengual (Montevideo, 1969), donde una biografía de Susana Soca (1906-1959) recientemente lanzado.
El ámbito de presentación era la capilla realizada por el arquitecto catalán Antonio Bonet (1913-1989) a instancias de la familia Soca Blanco la cual se terminó el mismo año en que falleció Susana en un accidente de avión regresando desde Paris a su país.
A la hora de hablar de nuestro Patrimonio Nacional, tenemos el deber de rescatar el patrimonio cultural sobre el cual hemos construido nuestra sociedad y Susana Soca forma parte de dichos cimientos.
Duele en el alma como en nuestra conformación cultural, que no se tengan presentes los aportes acontecidos por personalidades tan ilustres que hemos tenido como es el caso de esta mujer quien fuera tan enigmática así como una gran impulsora y mecenas de tantos otros artistas.
A diferencia de su par argentina, si se pudiera decir, Victoria Ocampo (Buenos Aires, 1890-1979) que tanto cuenta dentro de la historia cultural en la vecina orilla, nuestra mecenas, ha pasado al olvido, sin siquiera tener un nombre popularmente recordado, a no ser la calle que lleva el nombre de su padre.
Mucho se ha dicho por los pasillos sobre la vida de Susana Soca, pero mas en contra que a su favor, tratándola como una persona controvertida y de costumbres socialmente no aceptadas motivo de envidias seguramente, a raíz del lugar que económica y socialmente ocupaba su familia en el país.
Con formación en Paris, al igual que su padre el Dr Francisco Soca Blanco, se relacionó con la elite intelectual europea de su época, como fue el caso de Picasso que la retratára así como sus vínculos con Felisberto Hernandez y Juan Carlos Onetti entre otros.
Fue una escritora de poesía y ensayo, editora de la revista cultural La Licorne, pero se preocupó mas por impulsar y promover a otros escritores que a ella misma, quien en vida no publicó nada.
“…para mi, la poesía era cosa indispensable por que supe que todo aquello que yo sentía , balbuceaba, debía expresar de cierta manera , estaba dentro del dominio de la poesía aunque concretamente no le hubiere dado ese nombre”. Susana Soca
“El amor por el arte era parte del aire que Susana había respirado desde la cuna, y la apreciación de la pintura, estaba entre los deleites de Francisco Soca”, expresa Amengual en su relato.
Hoy día poco se sabe de ella un poco por descuido, otro por falta de rigor a la hora de rescatar nuestros artistas, amen de halo de misterio y secretismo que ella misma se encargo de tejer alrededor de su vida.
A partir de una ardua investigación que realizara la escritora Claudia Amengual, pues hay muy pocos documentos que testimonien su vida, tendremos la oportunidad de saber un poco mas de la vida de esta gran mecenas y generosa promotora cultural que conforma nuestra historia.
Y no se puede haber escogido un sitio mas emblemático, como es el caso de la Capilla Soca, no consagrada, que construyera el arquitecto Antonio Bonet a pedido de la familia.
Se trata de una joyita de arte, enterrada prácticamente en un terreno en la ciudad de Soca que pasa desapercibido, hoy día en manos de un propietario que no la abre al público.
En mi caso, que fui asiduo visitante de esa zona durante algunos años, nunca me enteré de dicha obra.
Dentro de los oradores se encontraban el Intendente de Canelones, Dr Marcos Carámbula quien declaró que está en tratativas con el actual propietario para refaccionarla, darle un marco acorde y abrirla al público, así como la promesa de restaurar la casa donde viviera Susana en la calle San José de la ciudad de Montevideo, sede de una oficina pública que se mantiene en mal estado y que fuera ámbito de obras de arte de Claude Monet, como tenía la familia en su momento.
Sin dudas, el paseo no programado, valió la pena y la provocación de leer el libro para saber mas sobre esta personalidad tan intrincada y enigmática, así como las ganas de regresar para ver esa capilla como se merece, quedo latente.
“Era una mujer culta, de gusto refinado. Sabia lo que compraba, le importaba la cultura por la cultura en si, y no por su valor económico”. Jorge Castillo




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