- Barro bruñido (recreaciones prehispánicas) – Colima – México – Guillermo Ríos Alcalá

REENCUENTRO CON EL ARTE PRECOLOMBINO
El hombre que hoy es considerado como el mejor alfarero especialista en reproducciones de piezas precolombinas del occidente de la república, encontró su vocación por un accidente del destino: Guillermo Ríos Alcalá, albañil de origen jalisciense que vive en Colima, se ofreció un día a reparar una pieza prehispánica que se hallaba quebrada e incompleta.
Desde entonces, unió a su innata habilidad manual una técnica depurada que le permite reproducir con tal fidelidad las piezas de cerámica prehispánica, que resulta imposible diferenciarlas a simple vista de las auténticas.
Perros cebados de todos tamaños, vasijas tripodes de uso ceremonial, aves de varios tipos entre las que sobresalen los pericos y tucanes, esculturas de guerreros, sacerdotes, mujeres tejiendo, cargando un niño o un cántaro, hombres cazando o en actitud sedente… son los motivos que han hecho universalmente famosa la cerámica de la cultura colimense precolombina, que Guillermo Ríos reproduce a la perfección desde hace años.
Para elaborar sus reproducciones, don Guillermo acostumbra documentarse profundamente; se inspira en las piezas que se exhiben en los museos, así como en fotografías de revistas especializadas en arqueología.
El enorme cariño que siente por estas obras de arte precolombino no se plasma únicamente en sus reproducciones; don Guillermo también disfruta el trabajo de restauración de los “monos” auténticos, que antes abundaban en los campos de Colima.
Para elaborar sus reproducciones, Guillermo Ríos manda a traer el barro y las tierras del pueblo de Comala. Utiliza también pigmentos rojos de tierra (engobes) y pinturas comerciales; moldes de yeso y barro cocido, brochas, pulidores de piedra, cuchillos, navajas, espátulas y losas de cemento pequeñas.
Prepara su material moliendo el barro hasta convertirlo en un polvo muy fino; lo cuela, le agrega agua y lo envuelve con un plástico. Mientras trabaja, va sacando el barro en pequefas cantidades, le agrega más agua y lo amasa, hasta que el material adquiere la maleabilidad que el requiere.
Utiliza dos técnicas: el moldeado y el modelado. La primera de ellas consiste en revestir el interior de sus moldes con una capa uniforme de barro, cuidando que todas las paredes tengan el mismo groson.
El modelado, por otra parte, se utiliza principalmente en la elaboración de las pequeñas máscaras que se colocan frente a la cara de algunos perritos cebados y en la creación de figuras humanas. En estas últimas, empieza por modelar los pies, en seguida las piernas, hasta llegar a la cabeza. Según don Guillermo, lo más difícil es darle expresión a las caras, pues tiene que representar actitudes, gestos y otras expresiones.
A continuación, afina la pieza, borrando las huellas del molde o de sus propios dedos con un cuchillo u otro instrumento de metal. Después de orearla, le aplica pintura roja con una brocha, cuidando de retocar todos los detales, y la pule con una piedra lisa que humedece constantemente. Esta técnica se llama brunido al fresco.
Don Guillermo deja secar las piezas durante tres o cuatro días, de preferencia a la sombra, y después las pone al sol por unas horas. A continuación las quema en un horno de tabiques durante tres horas y media, en cuyo interior las deja enfriar.
Finalmente, ya cocidas las piezas, aplica la pintura: si llevan las clásicas manchitas negras de los perritos cebados tan característicos de la cerámica colimense, les aplica pintura negra que difumina con un pulidor. A estas manchas les llama hongopátina, que en las piezas prehispánicas auténticas se produce por efectos del tiempo.
La producción de Guillermo Ríos es muy solicitada por coleccionistas particulares nacionales y extranjeros, quienes a veces le encargan reproducciones especiales. La perfección de su trabajo ha sido reconocida en importantes exposiciones y ferias desde el afio de 1966. Ha recibido múltiples diplomas y premios por su larga trayectoria y por la excelencia de su trabajo; ha organizado cursos sobre la elaboración de piezas arqueologicas, labor que le valió la mención especial por su trabajo de capacitación con personas de la tercera edad. También participó en el Congreso Nacional de Artesanos y Micro-industrias, donde obtuvo el premio “Lala” que entregan a la mejor pieza artesanal.
Don Guillermo también fue reconocido por la Universidad de Colima con una de sus más importantes becas establecidas para estimular la creación artesanal, y actualmente trabaja en el Museo Universitario de Arte Popular Teresa Pomar, en esa misma ciudad.
Fuente: Libro Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano – Colección Fomento Cultural Banamex
