Buenos Aires, Argentina
La calle mas recoleta y con mayor encanto de Buenos Aires es sin lugar a dudas Arroyo.
Se trata de una callecita zizagueante que se insinúa sutilmente sin dejarse percibir en toda su extensión.
Está rodeada por elegantes edificios con reminiscencias francesas, una plazoleta con una fuente de agua que es un remanso del lugar, pautando el paso lento del transeúnte al momento de ingresar a la misma.
A raíz del perfil de sus residentes, Arroyo siempre ha sido sede de varias galerías de arte y casas de antigüedades como Pieruzzini, Subastas Arroyo y el Espacio de Arte de la Fundacion OSDE, por solo nombrar algunos de los presentes.
Asimismo y a medida de que algunas galerías de arte se fueron trasladando hacia otras zonas, desde hace no mucho tiempo se han instalado allí locales gastronómicos cuidando el diseño decorativo con diferentes propuestas entre la cuales podríamos nombrar a M Kaffee, Florería Atlantico con su local donde se ofrecen flores y con un bar de cocteles y gastrobar con temática de viajero del mundo en el espacio donde otrora funcionara la cámara refrigeradora para conservar las flores, así como otro local de la misma firma que da a la calle y el restó Farinelli ubicado sobre la esquina intersección con Suipacha.
Cruzando la calle se ubica el café The Shelter donde antes funcionaba un exquisito local dedicado a comercializar fina artesanía proveniente de toda Argentina, llamado Tierra Adentro de donde tengo algunas piezas.
Adicionalmente podríamos citar el Hotel Casa Lucía abierto hace seis meses donde antes funcionara el Hotel Sofitel y sobre Suipacha el Museo Isaac Fernandez Blanco.
Si continuamos caminando por Arroyo hacia Recoleta y una vez que cruzamos la Avda 9 de julio nos encontramos con ese hermoso corredor de construcciones de la Avda. Alvear flanqueado por las mansiones mas aristocráticas de Buenos Aires de finales del siglo XIX.
Esta avenida, sin dudas la más elegante de la ciudad, fue trazada en 1885 por iniciativa del intendente Torcuato de Alvear.
Allí se ubican, teniendo como eje central la plazoleta Carlos Pellegrini, el palacio Ortiz Basualdo de 1912 hoy sede de la Embajada Francesa, el Jockey Club de 1882 reflejo de la aristocracia porteña que se mantiene el ingreso habilitado solo para sus socios, el Palacio Pereda, mansión que perteneció al médico Celedonio Tomás Pereda y a su esposa Maria Justina Girado, sede actual de la Embajada de Brasil el que también alberga el Espacio Cultural de la Embajada.
Unos metros mas alejado y sobre la calle Cerrito se ubica el Palacio Alzaga Unsué el que fuera anexado al Hotel Four Season con salas comedor y suntuosas habitaciones donde se alojara Madonna.
Regresando a Avda Alvear nos encontramos con la sede del Vaticano, la casa de la Nunciatura Apostólica que se mantiene incólume. Pegado al mismo se ubica el Palacio Duhau el que fuera residencia de la familia Duhau y que fuera anexado por un hotel de la cadena Hyatt.
Junto al Palacio Duhau se ubica el Palacio Hume construido en 1890 para el ingeniero inglés Hume quien viajó hasta Buenos Aires en 1868 para ocuparse de la línea de ferrocarriles que unía Córdoba con Tucumán.
El enorme palacio es también conocido como Maguire y ha ido cambiando de propietarios durante sus 130 años de existencia.
Actualmente pertenece a Maria Susana Maguire Duhau de Boicca, quien reside en forma temporaria en la misma.
La residencia fue remodelada hace poco tiempo ya que se encontraba en aparente estado de abandono.
A través delos ventanales de las salas del Palacio Duhau se ven los laterales del Hume así como partes de sus jardines, imágenes que se fusionan generarndo un encanto especial entre ambas residencias.
También allí sobre Alvear se encuentra la Secretaría de Cultura, la elegante Galería Alvear hasta llegar al emblemático Alvear Palace Hotel.
En la vereda de enfrente a la Galería Alvear persiste en pie una casa señorial, motivo central de esta nota, la cual fuera sede de la firma Polo Ralph Laurent hasta tanto cerrara producto del escándalo cuando la empresa reconoció haber pago coimas para poder ingresar mercaderías al país entre los años 2005 y 2009.
Hoy día la casa alberga una nueva firma de perfumes de capitales argentinos y uruguayos.
Este hermoso palacete de tres pisos fue construido en 1907 a instancias de José Miguel Llobet (Buenos Aires,1869-1951), quien contrajo matrimonio con Susana María del Pilar Casares Martínez de Hoz.
El responsable de su diseño fue su cuñado el arquitecto uruguayo Arturo Prins (Montevideo, 1877-1939) casado con Carmen Llobet, quien en la fachada le supo dar toques del estilo Art Nouveau.
Diplomático de carrera, José Miguel Llobet fue embajador de su país frente a la Santa Sede en tiempos del Papa Pío XIII.
El matrimonio Llobet Casares no tuvo descendencia y luego del fallecimiento de su esposa en 1953, la residencia fue cambiando de propietarios hasta que fuera arrendada por la firma Polo Ralph Laurent en 1998, la que la reciclara totalmente en 2003 y quienes la mantuvieron abierta hasta 2012.
Durante esos años era una suerte poder visitarla. Su suntuosa boiserie invitaba a recorrerla en forma sinuosa.
A partir de ese momento y hasta hace pocos años, la casa estuvo abandonada en un estado que daba pena.
La empresa edition privée, pionera en la comercialización de alta perfumería y perfumes de autor que representa 42 marcas de perfumes ultra premium, sector comercial que crece por encima de la media en todo el mundo, es quien la ocupa hoy día.
A partir de una remodelación que comenzara en diciembre de 2022 y que insumiera dos años de trabajo, la casa recuperó su prestancia la que lamentablemente quitó toda la boiserie de roble que era el espíritu de la misma.
El vitral del hall central continua siendo un foco de atención. El mismo debió de ser restaurado pues luego de tantos años de abandono algunas partes se habían caído .
Es de desear que la boiserie haya quedado debajo de la nuevas láminas y que algún día vuelvan a ver la luz. El vendedor que nos atendiera no tenía idea al respecto y cuando se enteró de que solo habíamos ido a visitar la casa, se dio media vuelta y nos dejó hablando solos.
Una pena que la misma no sea honrada y respetada como se debiera.
La refacción la dejó hermosa pero no tiene nada que ver con el estilo original que otrora la caracterizara.
Este tipo de vaivenes residenciales siempre me llevan a recordar la maravillosa novela de Manuel Mujica Lainez llamada “La casa”, donde el escritor le cede la palabra a una casa quien va comentando sus peripecias para sobrevivir a partir del cambio de la situación económica de la familia donde la van descuidando y vendiendo parte de sus ornamentos.
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