No te veré morir

Hay autores que son referenciales en virtud de nuestro perfil. Estar atentos a sus publicaciones nos mantienen alerta y vigentes.

Para mi, Antonio Muñoz Molina (Jaén, 1956) es uno de ellos.

Se desempeña como escritor y periodista habiendo estudiado Historia del Arte en la Universidad de Granada, así como también se ha formado en Madrid dentro de la carrera de periodismo.

En 1986 escribió su primera novela llamada “Beatus ille” pero en lo personal, son sus notas de tenor cultural lo que mas me atrae que publica en el suplemento Babelia del periódico madrileño El País.

Algo similar me ocurre con Mario Vargas Llosa, donde alguna de sus novelas pueden gustarme menos, pero sus notas periodísticas nunca me decepcionan por lo preciso a la hora de relatar o analizar un acontecimiento.

Muñoz Molina asimismo es miembro desde 1995 de la Real Academia Española.

En 2023 publicó su novela mas reciente titulada “No te veré morir”, una narrativa donde a priori podríamos categorizarla dentro del género de amor, sin embargo la misma va mas allá de ello.

Durante el período franquista, dos jovenes se enamoran pero el destino les tenía preparados otros planes que los llevarán a su separación.

Gabriel Aristu fue educado de forma tal que pudiera sobrevivir fuera de la España agobiante que debieron soportar desde 1936 hasta 1975 año en que falleció Francisco Franco.

Su padre, con una educación burguesa, fue perseguido por el franquismo por el solo hecho de haber sido reportero de música clásica en el periódico ABC.

El mismo día en que fue liberado en 1939, luego de tres años de cautiverio, concibió a su hijo a quien se propuso educar por encima de sus posibilidades económicas y sociales.

Para ello, el chico fue educado en un colegio inglés de Madrid y luego hizo su carrera universitaria, así como su maestría en Londres.

En el interín conoció a quien se convertiría en su gran amor, Adriana Zuber, perteneciente a una familia polaca que habían llegado a España huyendo del nazismo.

Fiel a la educación esmerada de sus padres quienes se habían encargado de digitar y programas toda su vida, en 1967 debe de abandonar Madrid para asumir un cargo en una empresa en los Estados Unidos.

Entre idas y venidas a Inglaterra, y con su familia quienes se oponían a ese noviazgo, Adriana contrae matrimonio con otro hombre a pesar de que continúa enamorada de Aristu.

Luego de su partida hacia los Estados Unidos nunca mas se volvieron a ver y la correspondencia con el Atlántico de por medio, se fue apagando poco a poco.

Es recién luego de casi 50 años que se reencuentran, instancia inspiradora de la novela.

En las primeras casi 80 páginas, Muñoz Molina prescinde, a través del escritor relator de la historia, de punto alguno, ergo del uso de las mayúsculas. A pesar de que esta primera parte está compuesta por varios capítulos, el escritor no nos da tregua alguna para poder tomar aire siquiera para continuar leyendo.

En los cursos que tomé para formarme como escritor, al inicio como relator de notas culturales, una de las primeras reglas que aprendí tanto en libros como en talleres, fue el uso de oraciones cortas haciendo uso de puntos y apartes.

Esta característica de Muñoz Molina, aunque no es el único que lo aplica, lo define de cierta manera como escritor supremo.

Y es así que lo que al principio podría parecer un desafío para el lector, se termina convirtiendo en una plácida forma para meternos en ambiente.

En el segundocapítulo la voz es tomada por otro de los principales personajes quien a partir de su historia personal da cabida a Aristu como protagonista. Lo increíble del tema, y sin ánimo de “spoilear», es que en ningún momento de este largo capitulo, se devela el nombre de este personaje que nos va acompañar hasta el final del libro.

Por ultimo, en el tercer capítulo de cuatro, Muñoz Molina da cabida al personaje de Adriana Zuber, a través de quien fuera su asistente personal, quien toma la palabra para darle cabida en la historia.

El relato no solo hace alusión a los desamores, o amores no correspondidos, sino que lo que mas llama la atención es como Muñoz Molina bucea en la mente del protagonista a modo caso de psicoanálisis, quien a pesar de haber llevado una nueva vida en los Estados Unidos con esposa, hijos y una carrera exitosa, nunca dejó de comulgar con su pasado el que lo acechó en forma constante a través de los sueños donde se encontraba con su gran amor como lo fue aparentemente, Adriana.

Con el fin de complacer a sus padres así como a todo el entorno al cual pertenecía, Aristu llevó adelante una vida que no era precisamente la que el hubiera escogido, algo que ocurre mas seguido en la vida real de varios de lo que creemos.

En Estados Unidos, a pesar de hablar el inglés inclusive mejor que los propios americanos y ocupar puestos laborales y culturales de jerarquía, era considerado español y en España era visto como un americano.

En síntesis, la novela discurre dentro de un análisis donde el protagonismo radica en lo que podríamos haber sido y lo que finalmente logramos, el extranjerismo toma tan analizado en estos últimos tiempos, entre otras implicaciones.

Dentro de la gran amplitud de nuestra mente habitan recuerdos que a pesar de que creemos que están olvidados o superados, pueden surgir en los momentos menos esperados transportándonos a otra vida diferente a la aparente.

Es sorprendente como cada ser humano se podrá sobreponer a situaciones específicas, en este caso una historia de amor, creyéndose que lo ha podido resolver, vencer, sin embargo cuando menos lo espera es rehén de los recuerdos y vivencias que lo han marcado a lo largo de su vida.

Leerlo me llevó dos tardes y no podía dejar de hacerlo. Es una novela que en cada uno actuará de forma diferente, pero no nos dejará indiferentes.

Muñoz Molina ha vivido entre New York, Madrid y Lisboa junto con su esposa la también escritora Elvira Lindo.

Su formación en las artes y su experiencia de vida en los Estados Unidos, le proporciona rasgos especiales propios de un entendido logrando que su novela hable con conocimiento de causa.

Quien hace de personaje secundario, es un español profesor de historia del arte, lo que le brinda la oportunidad a Muñoz Molina de codearse con grandes nombres de artistas y lugares de destaque universal. Por otro lado, el personaje principal es un gran entendido de música clásica y Muñoz Molina no escatima oportunidad para nombrar interpretes así como algunos conciertos que adornan la historia brindando a sus lectores un ámbito acorde a su formación cultural.

Tampoco la gastronomía falta a la cita.


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