São Paulo, Brasil.
Hoy me crucé con esta exposición fuera del circuito habitual de la Bienal, sobre la calle Faria Lima, cerca del Shopping Iguatemi.
“Nem Tudo Que Reluz” (No todo lo que reluce) reúne el espíritu estético brasileño, sus ritos y religiones diversas, y los conecta con el arte contemporáneo a través de un tema central: el adorno.
El adorno como puente
La muestra se organiza en núcleos que muestran cómo el ornamento trasciende lo decorativo para convertirse en símbolo, rito y memoria.
Desde tiempos ancestrales, los adornos han marcado nacimientos, duelos e iniciaciones. Han sido talismanes, archivos materiales de afectos, identidades y espiritualidades.
Las obras aquí evocan esa dimensión ceremonial y mágica, donde el adorno conecta lo humano con lo sagrado, lo íntimo con lo colectivo, lo efímero con lo eterno.
Entre lo eterno y lo efímero
El recorrido transcurre entre salas y espacios abiertos del Solar Fábio Prado.
En el interior, piezas que tensionan memoria y presente; en los exteriores, esculturas, aromas y reflejos que hacen del ornamento una atmósfera viva.
La exposición culmina con Contemporâneas Vivara, proyecto que desde 2020 visibiliza y celebra el trabajo de mujeres artistas de todo Brasil, subrayando la diversidad de voces que hoy redefinen la escena.
“Nem Tudo Que Reluz” es, en definitiva, una invitación a repensar el adorno como lenguaje de identidad, protección y transformación, un puente entre mundos visibles e invisibles.
La nómina está compuesta por 21 artistas
Amélia Toledo, Bianca Turner, Carolina Colichio, Claudia Lara, Debora Bolsoni, Elle De Bernardini, Julia Pereira, Karola Braga, Kássia Borges, Kimi Nii, Laura Vinci, Maria Lynch, Mavi Morais, Nazareth Pacheco, Rizza, Sandra Lapage, A TRANSÄLIEN, Yohana Oizumi, Rebeca Carapiá, Lidia Lisbôa e Nádia Taquary.
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