Fue una de las mas grandes filántropas norteamericanas durante la Edad de Oro, sin embargo, ha quedado a la sombra de otras grandes mecenas como Gertrude Vanderbilt Whitney (1875-1942) o Peggy Guggenheim (1898-1979), amén de otros coleccionistas hombres como Henry Frick (1849-1919), John D Rockefeller (1874-1960) quien contó con el apoyo de su esposa Abigail Aldrich, entre otros todos pertenecientes a familias que se enriquecieron en esa época tan fructífera en Estados Unidos.
La Edad de Oro ocurrida entre 1870 y 1910 fue el período de mayor explosión económica de Estados Unidos donde surgieron las familias mas ricas como los Rockefeller (petróleo), Carnegie y Frick (acero), Vanderbilt (ferrocarriles), Astor (hotelería) y por encima de todos ellos JP Morgan el súper magnate que no conocía límite alguno a la hora de gastar llamado “bolsillo sin fondo”.
Los americanos habidos de demostrar su riqueza y presumir de ella echaron mano a los lineamientos del Renacimiento italiano sustituyendo a los Medici por JP Morgan.
Newport en Rhode Island fue el lugar granado escogido para que los millonarios construyeran sus “cabañas” emulando y superando el esplendor de los palacios europeos.
El arquitecto Richard Morris Hunt (1828-1895) fue el Bernini de los ricachones construyendo palacetes con costos de decenas de millones de dólares.
Fueron tiempos en que las iglesias comenzaron ser sustituidas por los museos recargados de obras europeas. No había galería europea que se les resistiera y hoy día la mayor cantidad de obras de arte del Renacimiento se encuentran en los museo americanos.
Los estadounidenses eran los grandes financistas de los europeos incluyendo a las familias perteneciente a la realeza.
Asimismo si dentro de los árboles genealógicos no figuraban antepasados aristócratas, cosa que en la inmensa mayoría no ocurría tratándose de familias de colonos cuáqueros, la mejor opción para engalanarse era comprar obras de arte europeas para apropiarse de su historia y fundamentalmente de su aura.
Recordemos el caso de Paul Getty (1892-1976) quien para albergar su colección reconstruyó en Malibú en 1974 una villa que había sido descubierta en Herculano en las excavaciones de 1748.
Isabella Stewart fue una mujer que se abrió camino en medio de una sociedad muy estructurada, cerrada y elitista como la que reinaba en Boston.
A pesar de provenir de una familia de mucho prestigio neoyorquina, el hecho de que ella no formara parte de la elite bostoniana al principio no le facilitó el lugar de prestigio que terminó logrando a fuerza de reunir en su salón a toda la crema y la nata de la ciudad.
Isabella había nacido en Nueva York el 14 de abril de 1840 dentro de una familia rica dedicada a la industria textil.
Desde niña recibió formación acorde a la postura social de su familia estudiando arte, música y danza sumado a clases de francés e italiano.
A sus 16 años se mudó a París junto con su familia asistiendo a un colegio para señoritas norteamericanas donde conocería a su futura cuñada perteneciente a la familia Gardner.
Luego de su gran tour de force por Europa, fundamentalmente haciendo hincapié en Italia, regresa a Estados Unidos donde su compañera de clase la invita a su casa en Boston donde coincidirá con John Lowell «Jack» Gardner con quien contraerá matrimonio a los dos años de haberse conocido.
Los Gardner eran una de las familias mas adineradas y de mayor prestigio de Boston, dedicadas al transporte marítimo y también a la industria ferroviaria, donde se podría decir que se alojaba la realeza americana. Como todas ellas, habiendo construido imperios, estaban obsesionados por formar castas a la altura de la realeza europea.
Isabella, llamada Mrs. Jacks no era muy agraciada fisicamente y se ocupó de compensar su poca belleza con un impetuoso y extravagante carácter.
Desde que irrumpió en la sociedad bostoniana en la década de 1870 y hasta su muerte no hubo quien se le resistiera socialmente convirtiéndose en una de las figuras mas conocidas dentro de la elite de la ciudad manteniendo relaciones con personajes influyentes de la época.
Su carácter extravagante le generó cierta polémica en la sociedad de Boston pero su fuerza imparable fue el motor que la condujo para ir detrás de sus objetivos.
Su lema procedía de Luis XIV: “el gusto es mío”, (C’est mon plaisir).
Su extravagante vida y comportamientos poco convencionales, alimentó en forma constante las columnas amarillas de los periódicos. Las páginas de sociedad de Boston la llamaron por muchos motes, incluidos «Belle», «Donna Isabella», «Isabella de Boston”, “la Reina del Back Bay”, así como el mas usado «Mrs. Jack».
Desde que formó parte de la familia Gardner, sumado a su exquisita educación, se ocupó de moldearse dentro de los patrones de los mecenas renacentistas siguiendo el patrón inspirador de su tocaya Isabelle D’Este una de las mujeres de mayor prestigio italiano reina de una esplendorosa corte, coleccionista y mecenas de destacados artistas.
Luego de la muerte de su único hijo que falleció de neumonía a sus dos años de edad, el matrimonio no pudo tener mas descendencia y se dedicaron a viajar por todo el mundo adquiriendo obras de arte.
Sumado a la fortuna de su marido, Isabella destinó la millonaria herencia a la muerte de su padre para continuar enriqueciendo su colección.
Los Gardner comenzaron a coleccionar seriamente a fines de la década de 1890, construyendo con ahínco y sin pausa una colección internacional compuesta por pinturas, esculturas, tapices, fotografías, plata, cerámica, manuscritos, y elementos arquitectónicos como puertas, vidrieras y repisas de chimenea.
Isabella contaba con la asistencia y asesoría de Bernard Berenson (1865-1959) egresado de Harvard quien se ocupada de rastrearle obras de su interés en Europa para engrosar su colección.
En 1896 Bernard le presentó la oportunidad de adquirir “El rapto de Europa” pintado por Tiziano en 1561 a la módica suma de cien mil dólares.
Mrs. Jack, detrás de su constante ambición no dudó en responderle a través de un telegrama en sigla que rezaba: YEUP (“Yes to Europe”).
La obra había sido encargada por Felipe II y formaba parte de un conjunto de seis pinturas las cuales fueron reunidas para ser expuestas entre 2020 y 2021 en la National Gallery de Londres, Museo del Prado y obviamente en el Museo Isabella Stewart Gardner en Boston.
Actualmente se trata de la pintura del Renacimiento italiano de mayor prestigio en Estados Unidos.
Ese afán acumulativo de Isabella estaba en sintonía con el espíritu que reinaba en Estados Unidos durante la Edad de Oro el cual lo podemos resumir en palabras del escritor Mark Twain (Florida, 1835-1910) quien dijo: “enriquezcámonos deshonestamente si podemos, honestamente si no nos queda mas remedio”.
El pintor John Singer Sargent le realizó un retrato fechado en 1888 que mas allá del sobrio atuendo y luciendo muy pocas joyas, amén de una postura de apariencia sencilla y una mirada muy poco seductora, la dota a partir de un halo que dibuja alrededor de su cabeza, de un aire de mujer cuasi-religiosa dando la imagen que verdaderamente irradiaba dentro de su ámbito.
Luego de la muerte de su marido en 1888, Isabella encargó un museo para albergar su colección compuesta por mas de 2500 obras incluyendo pinturas de Vermeer, Boticelli, Rembrandt, Mantegna, Bellini, Veronese, Tiepolo entre tantos otros así como el retrato de Sargent.
Fue diseñado por el arquitecto Willard T. Sears de acuerdo a los lineamientos recibidos dentro del esquena de un palacio renacentista veneciano, el que abrió sus puertas al público en 1903, luego de un año de esmerado cuidado de Isabella para que todo estuviera acorde a su estética.
En 2012 el museo fue complementado con edificios anexos diseñados por Renzo Piano.
En 1919 Isabella sufrió el primero de una serie de accidentes cerebrovasculares que le llevarían a su deceso el 17 de julio de 1924, a la edad de 84 años.
En 1990 su museo fue noticia mundial cuando el 18 de marzo su museo fue víctima del mayor robo de arte de la historia.
Durante la madrugada, dos hombres disfrazados de policías sustrajeron 13 valiosas piezas, entre ellas las obras de “Caballero en el café Tortoni” de Manet, “Tempestad en el mar” de Rembrandt y “El concierto» de Vermeer” valoradas en más de 500 millones de dólares que aun al día de hoy se desconoce su paradero.


Retrato de Isabella Stewart Gardner, 1888 – John Singer Sarget.






Caballero en el café Tortoni, 1875 – Edouard Manet


Tempestad en el mar, 1633 – Rembrandt – El concierto, 1663 – J Vermeer
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