Ciudad de México, México.
En línea con lo hablado sobre el Museo Soumaya de México, continuamos presentando otro gran desafío museístico para las artes plásticas no solo nacional sino internacional.
La colección perteneciente a Eugenio López Alonso (Ciudad de México, 1968) que conforma entre la suya privada, el acervo de la Fundación y el Museo Jumex, es una de las mas grandes de Latinoamérica en materia de arte contemporáneo siendo de las mas importantes del mundo con mas de 2500 piezas.
Está conformada por piezas desde los años 50 del SXX haciendo énfasis en las obras de finales de los 90 hasta la actualidad. Incluye artistas de la talla de Cy Twombly, Jeff Koons, Alexander Calder, Andy Warhol, Donald Judd, Damien Hirst, Louise Bourgeois, Dan Flavin, John Baldesarri por solo nombrar algunos de trayectoria reconocida internacionalmente, así como el mexicano Gabriel Orozco, el cubano Félix González-Torres entre otros. Cabe destacar el gran número de artistas latinos que integren su acervo.
La Colección Jumex, que lleva el nombre de una de las empresas mas grandes de México, envasadoras de jugos y conservas, está dividida en varios sectores, entre los cuales su sede inicial en la zona industrial de Ecatepec, en varias residencias de su fundador así como en el Museo Jumex en el barrio Polanco del DF.
Todo comenzó como iniciativa de su fundador López Alonso quien luego de haber acabado el bachillerato y sin mas que tener la certeza de que iba a terminar trabajando en la empresa familiar, comenzó a comprar obras de arte casi en contra de la opinión de sus padres quienes no tenían formación ni antecedentes artísticos. Su primera adquisición de Roberto Cortázar (Mexico,1962) fue en 1990 y mas allá de que se le veía como un niño rico gastando el dinero de su familia, se ocupó de aprender el oficio estudiando y conociendo el mercado.
Detrás de su decisión de incursionar en el mercado del arte y con el animo de vivir fuera de México, en 1993 cuando tenia 22 años, abrió una galería de arte latinoamericano en Los Ángeles junto a su socia Esthella Provas. El negocio no prosperó pero le dio la oportunidad de conocer el funcionamiento del mercado así como conocer a galeristas y artistas. Pero el gusto por coleccionar ya le había prendido y no pasó mucho tiempo en que ayudado por la fortuna de su familia, se convirtió en uno de los grandes mecenas de artistas emergentes, lo que le valió el apodo el “Medici mexicano” que le asignó la revista Forbes.
López Alonso que comenzó sin saber nada y tirándose al agua detrás de su gusto personal, se ha inclinado siempre por descubrir y apoyar nuevos talentos artísticos. También podría haberse ocupado de comprar obras de reconocidos artistas vivos o fallecidos, lo que hubiera resultado mas fácil y efectivo, pero su apuesta como buen empresario apuntó al desafío. Actitud que no solo se remite a la compra de las obras sino que también incluye la promoción de los artistas a través de programas de fomento dedicados a apoyar la producción así como también algo no menos importante que es la educación de los espectadores para poder entender y apreciar mejor el arte contemporáneo.
Se trata de un verdadero y generoso filántropo que se ocupa de compartir su acervo artístico con el público que le visita.
Luego de unos años de coleccionista creó la Fundación Jumex en 2001 con sede en el barrio industrial Ecatepec sede de los depósitos de la fabrica de jugos de su familia. Allí en un almacén de 1400 m2 estuvo exclusivamente almacenando y exponiendo sus obras hasta la apertura del museo.
En noviembre de 2013 dio el salto y de la mano del arquitecto inglés David Chipperfield (Londres,1953), inauguró el Museo Jumex en México DF sobre un terreno que le comprara a Carlos Slim director de la Fundación Soumaya propietaria del Museo Soumaya que cuenta con un acervo mas clásico que incluye obras desde el sXV. Ambos museos se encuentran el Plaza Carso.
La elección del arquitecto fue todo un desafío en virtud de que el Soumaya había sido diseñado por el mexicano Fernando Romero un par de años antes. También la forma representaba un reto para el arquitecto quien lo supo definir acertadamente. Tratándose de una sala de exposición pensada en el público, Chipperfield escogió un diseño que se relaciona de forma abierta y cordial con el lugar. Partiendo de esa premisa, convierte el lobby del museo en el living de la Plaza Carso donde se encuentra erguido. De esa forma el transeúnte que viene paseando por la plaza, se va adentrando al museo casi sin darse cuenta, cosa que el clima cálido y constante de la ciudad facilita los generosos y amplios espacios. Es así que la planta baja casi se podría decir que es pública pues es vidriada y puede ser observada desde fuera sin una división clara. Se trata de una vitrina de cristal que no distingue a simple vista el adentro y el fuera.
El diseño del edificio significó un gran desafío para Chipperfield debiendo lograr un dialogo entre el Museo Soumaya y los edificios comerciales circundantes. A pesar de tratarse de una colección privada, debía ser a la vez pública y lograr la aceptación del transeúnte para que la hicieran suya. Algo similar de lo que debió lograr con la James-Simon-Galerie en la Isla de los Museos en Berlín donde destacan sus edificios.
Chipperfield se caracteriza por ser mediador entre los histórico y lo nuevo, entre los recuerdos y la desmemoria.
“Para mi, la arquitectura carga memoria y las personas tienen que saber leer una idea de edificio. Por eso creo en hacer que un edificio pertenezca a un lugar y su cultura”, -dijo en una nota, agregando, “ me hizo muy feliz cuando varias personas me dijeron que se sentía como un edificio mexicano. Se siente bien donde está. Eso es importante”.
El museo compuesto por cinco pisos y que cuenta con 1600 metros cuadrados de exhibición, está dividido en dos partes: los últimos pisos mas estáticos y solemnes donde se invita a una contemplación mas pausada y reflexiva y el resto del museo mucho mas comprometido con la ciudad, con mayor cantidad de luz natural convirtiendo las salas en espacios mas dinámicos.
También con el criterio de descentralizar y generar un ámbito mas dócil y menos solemne al público, el restaurante del museo fue ubicado fuera del edificio principal.
Chipperfield que se caracteriza por sus diseños consensuados para albergar arte, dotó a las salas de espacios acordes para exhibir la variedad de formas y tamaños de las obras máxime aun tratándose de arte contemporáneo.
Actualmente y luego de un período de crisis y problemas que aquejaron al museo en 2015 que casi le llevaron al cierre, está dirigido por Kit Hamonnds (Reino Unido, 1975).
Decir que por sus salas han pasado muestras de renombre no le rinde homenaje, pues apunta a la difusión de nuevos lenguajes y nuevos artistas.
Dentro de los artistas de reconocimiento internacional cabe desatacar “Apariencia desnuda: El deseo y el objeto de la obra de Marcel Duchamp y Jeff Koons” (may-set 2019). Allí, el curador Massimilliano Gioni (director artístico del New Museum of New York) establece un dialogo entre ambos artistas a través de la confrontación de 80 obras provenientes de mas de 30 colecciones de América y Europa.
En de las muestras mas jugadas, que son la mayoría, destaca “Podría ser (una flecha)” (nov 18 – mar 19), producto de la curaduría conjunta de la colombiana Catalina Lozano y María Emilia Fernández donde propusieron una selección de 47 mujeres con 60 obras pertenecientes a la colección Jumex.
Muestra de su versatilidad artística también vale la pena destacar la exposición “Pasajeros 03: John Cage” donde se documenta los viajes que hiciera el destacado compositor americano a México entre los años 1968 y 1976.
Con el mismo afán de descubrir talentos y siendo mecenas, López Alonso a través del Museo Jumex está atento a apoyar y fomentar artistas de países emergentes tanto latinoamericanos como de Oriente Medio.

- Ignacio López Alonso








- Arq David Chipperfield







- Kit Hamonnds



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