Museo Boijmans van Beuningen

Rotterdam, Holanda.

El flamante edificio que alberga parte de la colección del Museo Boijmans van Beuningen, logra más protagonismo que las obras de arte, que por cierto prácticamente no se ven pues tampoco están exhibidas.

El nombre de dicha colección deriva de los dos coleccionistas más importantes de Holanda, Frans Jacob Otto Boijmans (1768-1847) y Daniël George van Beuningen (1877-1955).

Dicho museo abrió sus puertas en 1849 y tiene una vasta colección de obras maestras holandesas y extranjeras desde la Alta Edad Media hasta nuestros días.

El Bosco, Rembrandt, Van Gogh y el diseño holandés se pueden admirar allí, así como obras maestras de Monet, Mondrian y Magritte.

Asimismo la colección reúne una de las colecciones de arte surrealista más importantes y grandes del mundo, con obras maestras de Dalí, y una excelente colección de arte pop británico y americano con obras de David Hockney, Andy Warhol y Claes Oldenburg.

Tampoco faltan las artes decorativas y el diseño incluyendo cerámica medieval, el vidrio renacentista hasta los muebles de Gerrit Rietveld y el diseño contemporáneo holandés.

Para complementar las salas del museo se construyó a modo de depósito, el Depot Boijmans van Beuningen, ubicado en el Museumpark en Rotterdam, vecino del Museo Kunsthal, diseñado por Rem Koolhaas (Rotterdam, 1944) y el Museo de Historia Natural.

El edificio de este almacén tiene forma de florero, lo que generó el sobrenombre como suele suceder con otros edificios de distintas ciudades.

Este gigante depositó, es un complemento del Museum Boijmans Van Beuningen también ubicado en Rotterdam el cual cerró sus puertas en 2019 para llevar a cabo una reforma que culminará en 2026.

El edificio diseñado por el estudio de arquitectura MVRDV dirigido por Winy Maas, está alineado con el propósito de la ciudad de convertirse en un escenario arquitectónico de vanguardia.

Su clara forma florero, de casi 40 metros de altura, tiene en su techo un parque con árboles que se interpretan como las flores del mismo.

Su fachada está cubierta por 1664 paneles espejo, que reflejan todo lo que pasa alrededor del edificio y de esa manera se minimiza el impacto dentro del parque museístico.

Esta característica de museos con diseño, se viene sucediendo desde hace no muchos años. Podríamos pautar el año de 1995, cuando se inauguró la primera franquicia de un museo, cómo fue el caso del Museo Guggenheim de Bilbao.

Para esa ocasión, el arquitecto Frank Gehry diseñó el edificio logrando una visibilidad internacional que claramente era el objetivo de los vascos para lograr atraer el público turístico dejando las obras de los artistas en segundo plano.

El contenedor logra mayor protagonismo que el contenido.

La arquitectura forma parte de las Bellas Artes por lo que los edificios también aportan lo suyo en el ámbito artístico.

Este contenedor se ha convertido en un gran centro de exhibición con obras en depósito, así como otras en restauración donde el espectador las puede ver a través de los cristales. También en algunos casos, las obras están colgados en salas, pero no de forma tradicional sino como si fueran piezas de una sala de máquinas.

Las salas cuentan con dispositivos de climatización adaptadas al almacenamiento de las obras de arte así como al confort de los visitantes.

La forma de acercamiento de los visitantes tiene una manera diferente de la habitual a la hora de acudir a un museo.

Está claro que no se está visitando un museo, sino un depósito, aunque al espectador le cueste asimilar el concepto en virtud del formato tradicional que tenemos incorporado.

Allí las piezas se reúnen y se exhiben atendiendo principalmente a sus necesidades climáticas y de conservación, con independencia de la época o el movimiento artístico, lo que crea un criterio diferente que distorsiona el entendimiento del público.

Claramente es un depósito pero que hace las veces de museo lo que de alguna manera cambia el criterio del arte en todo su concepto.

Son tantas las obras vistas de canto, que los objetos en sí cumplen el mismo rol que la información que habita en los formatos digitales.

No tenemos necesidad de tener conocimiento de los temas pues está todo allí y solo a partir de un click en nuestras computadoras.

Lo mismo podría interpretarse con este museo depósito, donde la obra se digitaliza, se desintegra a la par que el museo en sí se disuelve.

Más allá de ser un depósito, el edificio en su conjunto con las obras archivadas, genera a modo de instalación otra obra de carácter conceptual que deja al visitante con varios cuestionamientos.

Los visitantes, que son y no son espectadores, tienen la posibilidad de presenciar las actividades de restauración, el cuidado dedicado a las obra de arte así como los detalles llevados a cabo para la conservación, restauración, transporte e investigación.

La cantidad de escaleras y ascensores vidriados, permiten al visitante-espectador, integrarse a todo un gran andamiaje que le permite así mismo formar parte del momento creativo del arte.

Ingresar al Floreo, es entrar en el backstage de una exposición o un museo, generando al visitante, un contacto con las obras de arte hasta ahora no vivido.

De allí salimos pensando que es lo importante para la construcción del discurso del arte.

Si bien la Tate Modern cambió el criterio de exhibición cronológica hasta el año 2000 usada, este depósito también provocará un gran cambio en la plataforma habitual al momento de exponer las obras.

El director del museo Sjarel Ex, comentó al respecto que se trata de “un edificio en proceso, en el cual lo más importante es lo que el edificio en sí puede hacer: cuidar de nuestra colección mientras la muestra al público. Estamos convencidos de que hacerla accesible demuestra cuánto nos importa y cuánto la cuidamos. Eso es algo de lo que los habitantes de Rotterdam estarán orgullosos”.

Asimismo declaró que “el almacén será reconocido como un icono mundial de las artes en Rotterdam. Se pondrá de relieve el papel del museo como un lugar de acción en lugar de un mero contenedor. Los visitantes obtendrán nuevos conocimientos sobre nuestra cultura compartida y patrimonio a través de una experiencia artística no mediada. Toda nuestra colección será visible para todos”.


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