Museo Arte Contemporáneo

Manantiales, Uruguay.

La inauguración del Museo de Arte Contemporáneo (MACA) de la Fundación Pablo Atchugarry ubicado en Mantiales, nos posiciona en el mapa internacional con un espacio expositivo a la altura de la museística actual.

Representa un hito para nuestro país posicionando a varios artistas con el reconocimiento acorde.

Más allá de que se trata de una colección privada, a falta de otros museos de arte contemporáneo, la presencia de ciertas obras logran el efecto deseado y necesario para nuestra historia de arte.

Recorrer sus salas desde el ingreso es gratificante y emotivo, máxime cuando vemos el caso de artistas recientemente fallecidos como Bruno Widmann (Montevideo, 1930-2017) o Águeda Dicancro (Montevideo, 1930-2019), que finalmente ha logrado un lugar protagónico dentro del museo. Anteriormente la obra de Dicancro, se encontraba fuera de las salas en un sitio con muy poca visibilidad, cuando estamos hablando de la mas destacada escultora que nuestro país ha generado.

El hecho de que su obra actualmente se encuentre frente por frente a una obra de Roberto Matta (Santiago, 1911-2002 ) y otra de Joaquín Torres García (Montevideo, 1874-1949), genera un diálogo entrelazando las mismas creando una simbiosis latinoamericana, la cual hubiera emocionado a la propia Agueda.

El museo que cuenta con un amplio lobby con librería, una hermosa cafetería y unos baños muy bien alhajados, aun no está totalmente habilitado.

Aun faltan inaugurar otras salas en un piso subterráneo por lo que seguramente se generen luego, otras reacomodaciones de obras.

Visto lo actual y mas allá de la alegría que implica contar con este museo, entiendo que aun le falta un reordenamiento con un guion curatorial fundamentalmente dentro del arte nacional que eduque y forme al espectador carente de información.

Las obras de artistas nacionales deberían de tener mayor protagonismo debiendo de ocupar las salas del primer piso.

Seguramente una separación entre el arte nacional y el resto de los americanos como el caso de Louise Nevelson, Frank Stella, Antonio Berni, Jesús Soto, Wifredo Lam (no Wilfredo como reza la ficha) entre otros.

El colgado actual no genera un orden comprensivo. Muchas obras de distintas épocas colgadas una junto a la otra sin un claro criterio. Seguramente se apele mas adelante a un orden que pueda ser cronológico o temático, de forma tal que se puedan apreciar y comprender con mayor claridad.

Siendo un país de artistas con reconocimientos internacionales, nuestro público carece tanto de información como de formación artística y la creación de un museo de esa magnitud tiene la responsabilidad implícita de aportar luz al tema.

Es un buen reconocimiento para los artistas que componen esta colección mucho mayor aun para aquellos que tienen la posibilidad de ver sus obras colgadas como es el caso de Linda Kohen, Gustavo “Pollo” Vazquez, Wifredo Díaz Valdéz, Ernesto Vila, Ignacio Iturria, Juan De Andrés, entre otros.

Ver obras del resistido por el público uruguayo Carmelo Arden Quin (Rivera, 1913-2010), hace justicia a quien fuera el único artista uruguayo en haber creado una corriente artística reconocida a nivel internacional como es el Arte Madí. Lo mismo que Bolivar Gaudí (1932-2017) otro uruguayo perteneciente al madismo.

La escultura Madre Cava, 1978 de Gonzalo Fonseca (Montevideo, 1922-1997) es la obra “highlight” del museo. Se trata de uno de los mas destacados alumnos del Taller de Torres García quien a la muerte del maestro, dejó el país buscando y logrando con creces un camino propio que lo colocó entre uno de los escultores más destacados del mundo. Hasta el momento no teníamos obra suya de acceso para el público fuera de una pieza en el malogrado Parque de las Esculturas sobre la calle Luis Alberto de Herrera de Montevideo.

Hay que tener bien claro que esta selección de obras es de carácter personal y no sabemos el criterio de selección que ha utilizado Pablo Atchugarry.

Es de desear que próximamente el MACA tome un camino de mayor profesionalización con un claro discernimiento de obras clasificadas de una manera ordenada.

También es de esperar que el MACA se ocupe de adquirir otras obras para lograr un contexto más completo y educativo.

No vamos a decir que obras deberían de incorporar pues está claro que no es del interés del coleccionista tener en su acervo artistas que han integrado nuestra historia del arte partiendo desde Juan Manuel Blanes hasta los integrantes del Planismo que tanto gustan y se destacan en el contexto internacional, pero sería deseable que dentro de su rango escogido, de cabida a otros artistas con el mismo o mayor reconocimiento que los actuales.

También resulta un acto de protagonismo que las obras del propio coleccionista ocupen un lugar como el que gozan actualmente, pero aun falta una gran reacomodamiento de obras hasta tanto el museo quede finalizado con el resto de sus salas habilitadas.

Ojalá se tome de ejemplo a seguir el Museo de Arte Latinoamericano (MALBA) de Buenos Aires, que tuvo un inicio igual promovido por el deseo de su coleccionista Eduardo Costantini de abrir al público las puertas de su acervo privado y que luego ha sabido encauzar dentro de un esquema de gran profesionalidad que lo ha llevado a convertirse en el principal museo de arte latinoamericano del mundo. También estaría bueno que tomemos de ejemplo el museo de Amalia Fortabat para no seguir sus pasos, donde el protagonismo de su coleccionista y la mezcla sin criterio de sus obras convierten a la colección en un gran cambalache.

De momento, disfrutemos y aplaudamos este gran espacio museístico que nos devuelve a los uruguayos el alma al cuerpo.


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