No creo en las casualidades, sino en las causalidades. Estoy convencido de que todos hemos nacido con un fin específico en la vida y que el universo sin cada uno de nosotros no sería igual. Componemos un microorganismo dentro del Universo, imperceptible dentro de la inmensidad.
También creó que cada cosa nos llega en nuestras vidas en el momento oportuno. Una cosa nos va llevando a la otra, tejiendo así el entramado de nuestra vida para la cual hemos nacido. Es por ello que siempre rescato la virtud de ser consecuente en la vida como uno de los rasgos más importantes del ser humano.
El nombre de Humboldt ha resonado en mi mente desde que tengo uso de razón. Forma parte de la memoria colectiva internacional, aspecto nada menor para un hombre que dedicó su vida a estudiar la naturaleza habiendo provocado un cambio de rumbo para toda la humanidad.
“No puedo vivir sin experimentos”
Este libro llegó a mis a manos por recomendación de una amiga a quien debo de agradecer profundamente. Está escrito por Andrea Wulf (Nueva Delhi, 1972) historiadora y novelista británica, y a pesar de sus numerosas paginas, en ningún momento permite que nuestro interés decaiga.
Alexander von Humboldt nació el 14 de setiembre en 1769, mismo año en que lo hiciera Napoleón Bonaparte, en Berlín, ciudad perteneciente al imperio prusiano e integró la corte de los reyes Federico Guillermo III y luego la de su hijo Federico Guillermo IV, por necesidad, pues de esa manera se aseguraba un ingreso mensual que al final de su vida solo le cubría hasta el día 10 de cada mes.
Comenzó su vida científica ayudado por una gran fortuna que había heredado de sus padres que se fue gastando a través de sus largos viajes que le trajeron hasta América del Sur y luego lo llevaron hasta Rusia, pero en ese caso tuvo los gastos cubiertos por el zar Nicolas I.
Ayudado por la concesión del pasaporte otorgado por el rey Carlos IV de España, se embarcó en La Coruña junto con su amigo Aimé Bonpland (La Rochelle,1773-1858), llegando hasta Caracas desde donde recorrió gran parte del continente durante mas de cinco años, llegando hasta Lima para luego dirigirse a México, Cuba y Estados Unidos .
Fue un cercano amigo de Goethe, Thomas Jefferson, así como de Simón Bolivar en quien incidió en la decisión de abandonar su vida frívola de joven rico para liberar a su país del yugo español.
También conoció a la reina Victoria de Inglaterra y a Napoleón Bonaparte con quien no había química alguna. “Napoleón me odia”, expresó en una oportunidad, mas allá de que también fuera un gran defensor de las ciencias aunque nunca le dio su apoyo. Le acusaba de ser un espía.
El personaje Fausto, la obra más importante de Johann Wolfgang von Goethe, podría haberse inspirado en Alexander con el mismo espíritu intentando descubrir las fuerzas de la naturaleza.
Hasta su aparición no había surgido un científico, término que no existía en esa época aun, que estudiara y relacionara la naturaleza de la forma con la que Humboldt la llevara a cabo. Causa y efecto, análisis, observación, convivencia con la naturaleza y notas tomadas también a través de finísimos dibujos fieles a la realidad. Pero deberíamos remarcar fundamentalmente la observación y el respeto con que él se dirigía hacia la naturaleza en todas sus manifestaciones.
Humboldt advirtió que la humanidad tenía que comprender cómo funcionaba la naturaleza partiendo desde el microorganismo más imperceptible, el cual solo se podía observar a través de un microscopio hasta la observación del movimiento de los mares.
Fue el primer ecologista, terminó que tampoco existió hasta tanto lo definiera uno de sus seguidores Enrst Haeckel en 1866.
“El hombre solo puede actuar sobre la naturaleza y apoderarse de sus fuerzas para utilizarlas, solo si comprende sus leyes”.
Fue el primer científico en advertir que las talas de bosques, desvío de aguas para regar y los cultivos extensivos, eran los mayores depredadores de nuestro planeta. Observó y criticó las grandes extensiones de plantaciones de tabaco en Cuba.
También concientizó al ser humano de las nefastas consecuencias de las colonizaciones europeas en América y por supuesto que se opuso a la esclavitud.
No pensaba que los indígenas fueran bárbaros sino que respetaba y admiraba sus culturas, creencias así como sus variadas lenguas.
Era un enamorado de la naturaleza como nadie había existido antes. También era muy enamoradizo de sus amigos y asistentes, pero ese tema queda soslayado frente a sus análisis y publicaciones. Siempre tuvo a un “amigo” de turno a su lado.
Las montañas representaban su máximo desafío. En Ecuador escaló el Chimborazo en varias oportunidades y de allí logró muy preciadas informaciones. Lamentó no haber podido llegar al Himalaya.
Se expresaba de una manera muy simple para que todos sus lectores lo comprendieran haciendo uso de sencillas palabras ricas en información y sin precedentes. Nadie antes había logrado realizar presentaciones tan claras y a la vez que provocadoras como las suyas.
Muchos fueron sus seguidores y continuadores que eran atraídos a partir de sus diversas publicaciones. Entre ellos podemos citar a Charles Darwin, Henry David Thoreau, George Perkins Marsh, Ernst Haeckel y John Muir como muy bien detalla la autora en este libro.
Ernst Haeckel, por ejemplo, fue quien a partir de sus minuciosos dibujos de las medusas, provocó la inspiración de obras a los artistas del Art Nouveau, quienes trataban de conciliar la relación entre el hombre y la naturaleza. Entre ellos podemos citar a modo de representación a Emile Gallé.
Cuadros de la naturaleza, Cosmos y Personal Narrative, fueron algunas de sus publicaciones mas demandadas.
Ningún científico había escrito sobre poesía, arte, jardines, agricultura, política y emociones como lo hizo Humboldt en Cosmos.
Aconsejaba a los viajeros donde debían ir y les sugería libros así como personas a la cuales debían conocer.
Su presencia era demandada por todas las grandes personalidades fundamentalmente en Londres y Paris donde vivió varios años. Pero su prestigio, aceptación y admiración no fueron suficientes para lograr el permiso de la Compañía de las Indias Orientales para viajar a India por temor a sus criticas en contra de las colonias como había hecho en América.
A Charles Darwin lo conoció personalmente en el viaje que realizará a Londres al momento de asistir al bautizo del príncipe de Gales (futuro rey Eduardo VII) en el castillo de Windsor acompañando al príncipe Federico Guillermo IV.
Humboldt falleció en Berlin el 06 de mayo de 1859 y el cortejo de su sepelio se convirtió en un funeral de estado donde miles de personas lo acompañaron desde su apartamento a través de la avenida Unter den Linden hasta la catedral. Fue el sepelio mas solemne que tuvo un ciudadano particular hasta esa fecha.
Federico Guillermo IV de Prusia, se refirió a Humboldt como “el hombre más grande desde el Diluvio”.
Es impresionante leer con el afán e interés con que sus seguidores lo idolatraban y leían, aspecto que Wulf detalla muy gráficamente.
Humboldt fue el primer científico que nos hizo abordar la naturaleza como una totalidad unida, donde cada pérdida de una especie es vital para la sobrevivencia del resto.
Alexander von Humboldt ha estado muy olvidado en el mundo del habla inglesa, como expresa Andrea Wulf en el epílogo de su libro, como consecuencia de que tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña se desarrolló un sentimiento anti alemán luego de la I Guerra Mundial, como también le sucediera a los artistas plásticos y demás escritores.
Su mayor logro fue hacer la ciencia accesible y popular y al día de hoy, luego de mas de ciento sesenta años de su partida, seguimos sin asimilar la importancia por el respeto hacia la naturaleza avanzando en macro plantaciones sustituyendo la flora autóctona, podas de bosques naturales o explotaciones de minas de forma indiscriminada.
Algo que nuestro país se debería de plantear frente a estos emprendimientos madereros que prometen tanta riqueza económica y que no harán más que diezmar el producido de nuestras tierras.



Deja una respuesta