Montevideo, Uruguay.
Helena al banquillo de la historia
Uno podría pensar que ya todo está dicho sobre la vida de Helena de Esparta —la mujer que luego sería conocida como Helena de Troya—. Sin embargo, las relecturas que exige nuestro tiempo son no solo posibles, sino necesarias.
También podríamos creer que, en un presente saturado de propuestas escénicas, una obra unipersonal difícilmente pueda sostener nuestra atención.
“Juicio a una zorra” demuestra exactamente lo contrario.
La directora María Dodera vuelve a sorprender con una puesta precisa, intensa y sin artificios, protagonizada por la talentosa Cécica Bernasconi, quien encarna a una Helena desnuda de ornamentos, enfrentada al público como si este fuera su jurado.
En apenas una hora, la actriz despliega una interpretación hipnótica, sostenida en una escenografía mínima y un vestuario en tonos borgoña y rojo.
Con una copa de vino en la mano —símbolo de confesión y desinhibición—, Helena repasa su vida con la urgencia de quien intenta reescribir su propio destino.
Desde niña, su belleza fue una condena: vendida a los nueve años, madre a los quince, esposa sin elección. Helena nunca tuvo opción de decidir hasta que conoció al príncipe Paris, por quien huyó en busca del amor.
Pero la historia la juzgó como culpable del mayor desastre bélico de la Antigüedad.
En esta versión contemporánea escrita por un hombre, dato no menor, Miguel del Arco (Madrid, 1965), la protagonista no se defiende solo de Menelao o de los griegos: se defiende del relato patriarcal que la redujo a mito y la silenció como mujer.
El texto —adaptado con inteligencia al discurso escénico de Dodera— invita a repensar quiénes escriben la historia y a quiénes condena el relato oficial.
“Juicio a una zorra” se inscribe así en una línea de teatro feminista y político que revisa los mitos desde una mirada actual, interpelando tanto a mujeres como a hombres.
Bernasconi domina el escenario —y también el fuera de escena— con gestos precisos, silencios cargados de tensión y una energía que mantiene al público en vilo.
Su relación directa con los espectadores, a quienes mira, acusa y seduce, refuerza el carácter de juicio público que atraviesa toda la obra.
Al cierre, Dodera invitó al escenario a cuatro mujeres destacadas del ámbito cultural y social, quienes compartieron breves reflexiones sobre la obra y su resonancia contemporánea.
Luego de su exitoso paso por Lima y Tacuarembó, “Juicio a una zorra” llegó a Montevideo con cuatro funciones que agotaron localidades.
Una propuesta intensa, valiente y necesaria, que confirma el compromiso de María Dodera con un teatro que provoca, emociona y deja huella.



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