Hace pocos días recibimos en nuestro grupo de literatura, Fabulari, al escritor uruguayo Hugo Burel (Montevideo, 1951), quien vino a presentar su reciente novela “Espejo de familia’.
En su charla el escritor se mostró pausado, reflexivo y lejos de una postura un tanto soberbia, que era la impresión que me había dejado hace muchos años cuando asistí a la presentación de “El corredor nocturno”, 2005, en otro taller.
Contar con un escritor tan participativo que da cuenta de la idiosincracia uruguaya a través de un paneo de nuestro país con sus costumbres y vocabulario, nos permite acercarnos a la vez que atesorar su narrativa, con la cual nos identificamos.
La presentación de su reciente novela fue muy provocadora y seguramente la leeré próximamente, pero no hace mucho había comprado para las vacaciones estivales “Diario de la arena” publicado en 2010, que llevé a la charla y gentilmente Burel me dedicó, previa referencias elogiosas suyas sobre el libro.
Eso, sumado a otros cometarios de una compañera me adelantaron mis planes y en un par de días me lo devoré.
Es sorprendente como Burel logra desviar la aparente temática principal radicada en la vida personal de su protagonista llamado Miguel, para dar cabida casi que de forma accidental a un plano el cual termina convirtiéndose en el foco principal.
La historia está radicada en Montevideo en 1974, al inicio de la dictadura militar la que nos acompañara durante once años.
Es a partir de un acto “delictivo” para el gobierno de facto, que el protagonista debe de huir de Montevideo para refugiarse en unos arenales situados en el este de nuestro país.
Poco a poco el escritor nos va relatando la vida del protagonista en primera persona, hasta que casi de forma accidental permite la entrada en acción de un militar quien comienza, a partir de la llegada inexplicable del joven al pueblo, a visitarlo en forma asidua haciendo uso de un interrogatorio escalofriante que se va apoderando de la historia.
Mientras Miguel se va ocupando de resolver su vida en un paraje alejado de todo vestigio de urbanización alguna, analizando su vida en pos de su sobrevivencia, donde el protagonismo recae en el arenal y la gente de su pueblo mas cercano, el teniente va desarrollando una estrategia que termina por convertirse en el foco principal de la novela.
Su forma de proceder tan severa a la vez que inquisitiva, da cuenta de lo que fuera la persecución llevada a cabo por los militares durante el proceso. De esta forma, la historia de un joven con una vida intrascendente carente de atención alguna, termina sirviendo de forma magistral al escritor para representar la forma en que muchos uruguayos debieron de estar sometidos durante la dictadura.
La novela cargada de extremo suspenso, dividida de acuerdo a las estaciones del año, comienza con un buen enganche y cada capítulo se ocupa de que queramos leer el siguiente.
Matizada por elementos de diferente índole donde no falta el aspecto extrasensorial, el amor, la aventura y fundamentalmente la tensión, se deja leer de un tirón.
Burel deja en claro en ciertos pasajes su admiración por Jorge Luis Borges al referirse a dimensiones desconocidas. También homenajea a quien fuera nuestro principal escritor con trascendencia internacional como lo es Juan Carlos Onetti a quien cita a través de su novela “El astillero”.
“Diario de la arena” es una novela corta pero con un profundo relato testigo de lo que fuera la dictadura uruguaya. Ojalá fuera llevada al cine por la síntesis y objetividad que logra.
La simpleza de la vida de un joven quien actuó sin medir sus eventuales repercusiones, junto a la actuación persecutoria de un militar comprometido con el gobierno de facto, representaría de forma muy gráfica lo que algunas personas debieron de someterse durante el dominio militar en nuestro país, donde el miedo y la persecución fueron dos factores determinantes.
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