C11 – Historia del Arte a través de las Mujeres: Marina Abramović

Evaluar la trayectoria del arte de la segunda mitad del siglo pasado hasta nuestros días, implica considerar obligatoriamente la obra de la artista con mayor notoriedad dentro del formato artístico performance.

Marina Abramović nació en Belgrado en 1946 dentro de una “familia burguesa roja” como a ella le gusta referirse. Su padres ambos comandantes de la armada fueron partisanos de Yugoslavia en la II Guerra Mundial.

Atentos a la causa en la lucha contra las Potencias del Eje en los Balcanes, dejaron el cuidado de Marina en manos de su abuela quien era tremendamente religiosa, aspecto que marcará su obra con apego hacia los ritos.

Luego de haberse graduado obteniendo una maestría en arte, en 1975 abandona su país y se muda a Amsterdam donde el día de su cumpleaños conoce al artista alemán Frank Uwe Laysiepen (Solingen, 1943-2020) quien también celebraba su aniversario el mismo día.

Esa causalidad, sumado a la gran atracción que sintieron el uno por el otro a primera vista, los mantendrá unidos durante doce años convirtiéndose en una de las parejas con mayor notoriedad en el ámbito artístico de las performances.

La obra de Abramović siempre se ha caracterizado por su tenor provocativo, transgresor y atrevido, habiendo puesto en más de una oportunidad en riesgo su vida.

El elemento generador de sus obras, radica en los límites del cuerpo humano, el sufrimiento, el dolor físico así como las resistencias morales del público frente a sus manifestaciones artísticas.

No escatima esfuerzos llegando a la automutilación. Sus obras están inspiradas en su propia vida errante, viajera incansable que la ha llevado de país en país, de una civilización a la otra.

Los temas que aborda le resultan siempre complicados y difíciles, de lo contrario los desestima.

Otra característica de su obra es que ella trabaja pura y exclusivamente con su cuerpo y siempre rodeada de público pues apela a la relación entre el artista y la audiencia, poniendo a prueba los límites del cuerpo así como descubriendo las infinitas posibilidades de la mente.

Su primera performance llamada Ritmo 10, la llevó a cabo en 1973 trabajando con elementos rituales con gestos dolorosos. Usando veinte cuchillos, la artista ejecutó el juego ruso de dar golpes rítmicos con los cuchillos entre los dedos abiertos de su mano. Cada vez que se lastimaba, tomaba un nuevo cuchillo y proseguía. Después de cortarse veinte veces, reproducía las cintas de grabación y escuchando los sonidos trataba de repetir los mismos movimientos y errores uniendo de esa forma el pasado con el presente.

No escatimó situaciones riesgosas también junto con Ulay. Apelaban al conocimiento de los límites de la pareja. En varias performances ambos acababan desmayados o inconscientes.

Conformaron un colectivo que llamaron The other, donde actuaban juntos comportándose como si formaran parte de un solo cuerpo con dos cabezas.

Antes de conocerse Ulay había trabajado con la fotografía en la búsqueda de la comprensión de las nociones de la identidad y el cuerpo, tanto a nivel personal como comunitario, haciendo uso de aforismo así como también con actuaciones íntimas.

Cuando se unen a fines de 1975, comienzan realizar performances en forma conjunta.

El tiempo en que se mantuvieron unidos fue motivo de constantes indagaciones entre la pareja. Se amaron y se odiaron al extremo convirtiendo cada vivencia en una performance.

En 1983 se propusieron casarse, para lo cual generaron una performance que denominaron The lovers.

Se propusieron recorrer los 5000 km de extensión de la Muralla China, saliendo uno de cada extremo para encontrarse en el centro donde celebraría la boda.

El gobierno chino reacio a dicha travesía, recién les concedió el permiso en 1988.

La densa burocracia china y los años de desgaste de la pareja durante esos cinco años en que fueron conociendo distintas facetas uno del otro, terminaron convirtiendo la boda en la separación definitiva de la pareja.

Luego de una caminata de 90 días se encontraron en medio de un puente obligando a los chinos a regresar a sus casas con la banda musical y guardando los fuegos artificiales para otra ocasión.

Desde ese reencuentro no se volvieron a ver hasta 23 años mas tarde.

La siguiente vez que se volvieron a reencontrar fue cuando Abramović consagró su carrera con la retrospectiva The artist is present, que realizó en el MOMA de New York en 2010.

En esa ocasión la artista se sentó en una silla durante siete horas, seis días a la semana durante un mes recibiendo a miles de personas que se sentaban frente a ella para mirarla a los ojos durante unos minutos sin poder hablar ni tocarse.

Para sorpresa de Marina, se presentó sin previo aviso Ulay, convirtiendo ese momento en uno de los videos de la artista más vistos por el mundo entero.

Abramović quien había resistido las miradas de todo su público, no soportó la mirada de su compañero de tantos años contrayendo primero su rostro, llorando después para tomarlo de las manos rompiendo las reglas de su propia creación.

Marina Abramović ha ocupado los principales escenarios artísticos del mundo entero.

Nadie como ella ha luchado por la institucionalización de las performances así como por su mercantilización.

Su constante presencia en el escenario la han llevado a convertirse en la “madrina del arte de la performances” como le llaman en el medio, aunque ella prefiere denominarse “soldado del arte”.

En 1997 recibió el Leon de Oro en la Bienal de Venecia presentando su performance Balkan Baroque, un video donde la artista se sienta encima de 1500 huesos frescos ensangrentados de ganado vacuno, que va lavando durante seis horas diarias en el correr de cuatro días.

Se trató de una obra impactante por la violencia que irradiaba.

Para la misma, la artista se inspiró en la putrefacción del horror bélico en la Guerra de los Balcanes.

Desde 2015 dirige su propio instituto situado en New York, llamado MAI (Marina Abramović Institute) dónde dicta cursos sobre el manejo de la performance.

Recientemente, en el mes de octubre de este año, recibió de manos del rey Felipe VI de España el 40 Premio Principe de Asturias, siendo la primera vez que se le otorga a una mujer artista.

Su postura anti feminista la ha convertido en varios blancos de ataque pero ella fiel a sus ideas considera la igualdad entre el hombre y la mujer sin diferenciar el sexo.

“Soy artista, no una mujer artista. Hablar de arte feminista es situar a la mujer en un gueto”, declaró en una entrevista.

En 2023 expondrá una nueva retrospectiva en la Royal Academy de Londres donde presentará mas de cincuenta obras que ha desarrollado a lo largo de su carrera.

También tiene programado exponer el próximo enero en La nave Sánchez-Ubiría en Madrid, galería que se ha convertido en un polo referente del arte actual.


Publicado

en

por

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *