Bourse de Commerce

París, Francia.

Se trata del nuevo dominio de François Pinault (Les Champs-Géraux, 1936), dentro del ámbito del arte internacional.

Junto con el Palazzo Grassi y la Punta Della Dogana, ambos ubicados en Venecia, este, ubicado en Paris, vendría a ser el tercer mega espacio dedicado a exponer arte contemporáneo.

Se podría decir que demasiado control en una sola mano, lo que podría traducirse en una tergiversación del rumbo del arte.

Adicionalmente Pinault forma parte del cuerpo directivo de la rematadora Christie’s.

No es nada nuevo el hecho de que el timón que guía al arte internacional, esté en manos de unos pocos agentes privados, donde los museos han quedado fuera de curso y de concurso.

En virtud de que los precios de algunas obras se han disparado como refugio de capitales fundamentalmente , los museos no tienen presupuesto para adquirir nuevas obras de artistas prestigiosos.

En ciertos casos, el precio de una sola obra supera el presupuesto anual que tienen los museos para las adquisiciones.

Estás altas cotizaciones son asimismo producto de las transacciones acordadas entre los grandes coleccionistas que se disputan las obras.

Antes de la inauguración oficial de la feria más importante de mundo como es Art Bassel, los coleccionistas ya han comprado todo lo deseable e interesante.

La puja que existe entre François Pinault y Bernard Arnault (Roubaix, 1949), dueño de la

Fundación Vuitton, también genera bríos y competencias entre ambos midiéndose constantemente, buscando superarse uno al otro.

Un aspecto a destacar es que el mercado del arte nada tiene que ver con el arte propiamente en sí.

El hecho de lograr notoriedad y altas cotizaciones, no implica que sean los mejores artistas.

Pinault recibió una oferta en 2016 por parte de la alcaldía de París, para ocuparse del icónico edificio de la bolsa durante los próximos 50 años.

Originalmente el edificio era usado para negociar granos y otros productos básicos en su gran sala circular construida entre 1763-1767.

Al inicio era un lugar abierto al aire libre hasta que en 1811 fue cubierto con una cúpula de hierro, la cual fue declarada en 1986 monumento histórico nacional.

La remodelación del edifico para adaptarlo a su nueva función, estuvo a cargo del arquitecto japonés Tadao Ando (Osaka, 1941) quien también se ocupó de adaptar Punta Della Dogana a las exposiciones a de las obras de Pinault.

“Con este nuevo museo en el corazón de París, intento compartir mi pasión por el arte contemporáneo “, declaró François Pinault.

La Bolsa de Comercio de París, se encuentra en una zona estratégica siendo vecina del Louvre y del Pompidou.

Para la dirección del museo fue designado Martin Bethenod (Lyon, 1966), quien declaró oportunamente que “el enfoque curatorial adoptado en la sede parisina busca ofrecer nuevas ideas para exhibir arte contemporáneo y más bien insiste en la idea de contextualización y diálogo entre las obras y el contexto arquitectónico. Por tanto, no comulga con el colgado convencional de pared blanca, la etiqueta en la pared o la pared divisoria para presentar las obras”.

La idea del director, la misma aplicada en Venecia, es buscar vínculos entre las obras logrando la creación de otras adicionales, insistiendo en la idea del encuentro, mismo con las obras históricas que forman parte del edificio.

Para la inauguración del museo se presentaron obras de la colección de Pinault, algunas nunca aún expuestas.

El título escogido es “Une seconde d’éternité”

La exposición atiende dos aspectos como son la necesidad de enfrentar la naturaleza implacable del tiempo y el deseo de centrarse en los problemas que impulsan a nuestras sociedades.

El tiempo desde tiempos del renacimiento ha sido un constante desafío en las obras de los artistas cómo fue el caso de Leonardo da Vinci, donde se preocupó de reflejar viva a su Monalisa.

El tiempo es fugaz y son muchos los artistas que se ocupan de aprehenderlo.

En comunión directa con el tiempo se encuentra la luz, elemento incorporado por el cubano Félix González-Torres quien forma parte de la sección de los artistas escogidos, presente con sus guirnaldas, así como también con su obra “Untitled “ (Go-Go Dancing Platform) de 1991, en la cual aparece una imagen de un bailarín sobre el escenario durante cinco minutos al día.

La exposición general hace foco en la tensión existente entre presencia y ausencia donde se sitúa la fuerza de las obras expuestas también de Dominique Gonzalez-Foerster y Philippe Parreno.

Parreno presenta, entre otras obras, una proyección en pantalla gigante del vídeo Anywhere Out of the World (2000) donde aparece un personaje ficticio borrando la línea entre la realidad y la ficción.

Una obra que destaca es la creada a partir del diálogo entre obras de Félix González-Torres y Roni Horn.

Ambos artistas, quienes han influido profundamente en toda una generación de jóvenes artistas, contribuyen en la muestra a redefinir el medio de la exposición como una experiencia que lleva al espectador a una nueva relación con la obra y la institución.

En su opinión, lo que hace una “obra de arte” es la experimentación artística que ahora une al artista, el espectador y la obra.

Este diálogo contribuye a crear en palabras de Roni Horn, “un campo de olas” que se reinventa constantemente, y, en palabras de Félix González-Torres sobre la obra de su amigo, un “ nuevo paisaje, un horizonte posible […] un espacio para la imaginación”.

También ambos artistas están unidos por temas políticos y militantes como la cuestión de la identidad, las minorías, el SIDA, una forma de resistencia a la violencia de la sociedad, a sus restricciones.

Complementan la selección de artistas, siempre en diálogos unos con otros: Arca, Larry Bell, Rudolf Stingel, Wolfgang Tillmans, Liz Deschenes, Nina Canell , Gustave Le Gray, Miriam Cahn, Carrie Marie Weems, Sherrie Levine, Sturtevant, Marcel Broodthaers, Bertrand Lavier, Ryan Gander, Duane Hanson, Pierre Huyghe ,Tino Sehgal y Mauricio Cattelan con sus palomares en el techo a través de Others del 2011, donde 52 palomas ocupan la sala principal.

Fuera del edificio, franquea la entrada principal, una obra en acero inoxidable, titulada “Horse and rider ” realizada por Charles Ray en 2014.

De ahora en más, y por al menos 50 años, el escenario artístico parisino tendrá un nuevo destino.

No creo que capte el público del Louvre, tal vez algo del Pompidou, pero sí que estará en sintonía con las propuestas del Palais de Tokio aunque un tanto distantes físicamente.


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