Artemisia Gentileschi

La historia del arte ha sido muy injusta con las mujeres que han formado parte de la misma y un claro ejemplo que siempre nos viene a  la mente es el caso de esta pintora italiana.

Nació en un ámbito artístico, masculino y machista y ese fue el precio que se obligó a pagar durante toda su vida. También al día de hoy se le mal recuerda más por su vida personal que por su carrera artística y su gran legado al arte internacional. 

A pesar del esfuerzo de varios críticos, historiadores y escritores, su nombre no ocupa el lugar que debería. Logró el reconocimiento de todos los grandes de su época y sus trabajos fueron demandados en las cortes de Roma, Florencia, Venecia, Génova, Paris, Londres así como en Nápoles ciudad que en su época era el principal polo de atracción para los artistas ávidos de reconocimiento pues allí reinaban los virreyes españoles grandes demandantes de obras de arte.

Artemisia nombre de reinas, nombre de Arte, le marcó el camino. Nació en Roma el día 8 de julio de 1593 con un padre de carácter gruñón , riguroso y poco afectivo que le enseñó el oficio de pintor,  pero con un espíritu machista que siempre la colocó por debajo suyo,  considerándola su ayudante, cuando era ella quien más talento tenía y quien realizaba las partes más importantes de las obras que hacían en forma conjunta.

Nació y se crió entre pinceles, pinturas y aceites. “Yo había nacido en medio de esos aromas, y ellos formaban parte integrante del aire que respiraba”, comenta en sus relatos. Perdió a su madre siendo muy chica y ocupó su lugar tanto en las tareas de la casa así como sustento emocional de su padre en quien se apoyaba y a quien consultaba frente a cualquier duda. Tuvo tres hermanos varones pero ninguno de ellos se destacó tanto como ella en la ámbito pictórico.

La biografía escrita por Rauda Jamís (París, 1955) está redactada en primera persona cediéndole la palabra a la protagonista quien en una secuencia de varios capítulos, todos con el nombre de un color diferente, recorre la vida de la artista en un justo homenaje desde todo punto de vista.

Producto de su desfachatez a la hora de moverse en ese ámbito masculino de los talleres del arte de la época, fue deseada y mal interpretada por los hombres que frecuentaban el taller de  su padre Orazio Gentileschi. Una chica dedicada en cuerpo y alma a la pintura con el afán de superarse día a día, no escatimaba esfuerzos y se movía con la naturalidad que lo haría un hombre de la época. Esa libertad mal interpretada por los jóvenes que frecuentaban el lugar, le costó haber sido violada por uno de ellos quien siempre le prometía amor eterno y una boda que nunca llegaría, pues él estaba casado.

Huyendo de dicha situación y luego de haberlo llevado a prisión, comenzó su periplo que primero la llevó a Florencia donde contrajo matrimonio para liberarse de todas las habladurías y de tantos hombres que la perseguían como su padre, hermanos y pretendientes  y fue allí que tuvo su primera hija. Vivió en un idilio emocional así como artístico, instalada en su taller,  hasta que su marido quiso limitarla y controlar su vida, momento en el que se separó y de allí en más, su carrera artística no tuvo freno alguno.

A partir de allí no se volvería a atar a ningún otro hombre a pesar de que siempre tuvo uno a su lado y también volvió a ser madre. A su padre fue el hombre a quien más leal le  fue y a quien siempre socorrió a la hora de cumplir con sus compromisos artísticos. Le acompañó en sus últimos días cuando este le llamara para que le ayudara a terminar los frescos del techo del Queen’s House de Londres donde trabajaba para la corte de Carlos I: “Artemisia, te necesito, ven pronto, io non posso propio piu”, le dijo. Y fue allí donde ella se quedara viviendo varios años para terminar las obras y también complaciendo los pedidos de nuevos clientes que quedaron maravillados con sus trabajos.

Se dice que un artista siempre trabaja sobre un mismo tema que le conmueve, inspira y en su caso, a partir de la vejación sufrida,  queda claro que el dolor y la impotencia de la mujer motivó y le llevó a esmerarse y pintar con severidad expresándose a través de sucesos bíblicos e históricos como el caso de “Judit degollando a Holofernes,” que fuera el tema más recurrente en su carrera. Realizó varias pinturas sobre el mismo tema.

Había noches en que no podía dormir tratando de ordenar sus ideas para poder plasmar los sentimientos tanto de Judit como de su sirvienta a la hora de llevar a cabo el crimen, momento en que le cortan la cabeza a Holofernes. “Me metí a cuerpo limpio en la primera de las muchas Judit que iba a pintar durante toda mi vida. Ella iba a ser mi tema predilecto…” comenta en sus  memorias.

“Era mi corazón ensangrentado lo que quería ver latir en la tela, era mi fiebre lo que quería ver arder allí, era la daga que la vida había clavado demasiado a menudo en mi propia carne lo que quería extraer al fin de esa inmensa herida y hundirla en otra… ¡Que crimen a sangre fría había realizado, pincelada a pincelada, meticulosa, delicada y magistralmente!. Y yo una mujer, era el diabólico hacedor, cumplidamente satisfecho, de aquella atrocidad”.

Vale la pena confrontar su cuadro con el que hiciera Caravaggio para notar las diferencias entre la mano de una mujer y la de un artista varón, análisis que requeriría un texto aparte.

También recurrió a personajes como la reina judía Ester quien ocultaba sus orígenes frente al rey Asuero con quien se había desposado y a quien tuvo que confrontar arriesgando su vida a la hora de salvar a los suyos. “Yo quería que mi cuadro de Ester fuera imponente… e iba a poner una parte de mi en esa mujer que avanza”…  Cuadro que por el esfuerzo y compromiso personal le obligó a dejar a medio hacer hasta pasados diez años donde recién se sintió completa y en condiciones para retomar y dotarlo del espíritu que quería transmitir.  Cleopatra también fue un recurso usado en su carrera a la hora de expresar la fuerza fémina en un mundo marcado por el poder machista.

Como también fue Lucrecia, quien luego de haber sido violada por su cuñado se quitó la vida ante la deshonra para evitar problemas entre su marido y la familia, tema que fue muy querido por Artemisia en virtud de las peripecias de su vida.  

En sus rostros “ se inscribían para siempre la inquietud, el horror ante lo sucedido, ante lo que ellas van a cometer . Mi Lucrecia es  una mujer desgarrada, un ser humano acosado por mil pensamientos graves y urgentes de toda una vida, una madre que ofrece su pecho de madre a un puñal, al igual que Roma ofreció las arterias de la ciudad a la crueldad de las guerra fratricidas”,

Artemisia fue una mujer perseguida y muy sufrida pues su libertad y simpatía natural la llevó a ser mal vista por los hombres, tildándola de mujer fácil y de vida libertina, lo que obligó a su padre pensar meterla en un convento a lo que ella se opuso tajantemente.

“Acaso me había mostrado, sin darme cuenta, demasiado familiar con algún hombre, había tenido, en algún lugar, un comportamiento un gesto, una mirada equivoca cuyo alcance hubiera obviado?”,  se pregunta en el capitulo “Gris” de esta biografía que nos ocupa nuestra atención.

Ese fue un estigma que la marcó siempre en su vida debiendo cuidarse en todo momento lo que le complicaba a la hora de pintar hombres pues evitaba contratar modelos masculinos para evitar habladurías. 

Su pintura es denunciativa, un grito de libertad que ella supo plasmar muy bien detrás de escenas bíblicas e históricas, como solían hacer los artistas desde la época del Renacimiento.  Podríamos decir que Artemisia se trata de un icono feminista, que dentro de sus posibilidades buscó la forma de llamar la atención, denunciar y reclamar justicia para las mujeres sometidas.

Esta historia, que no podría haber sido mejor contada que por otra mujer, rinde justicia no solo a la mujer sufrida que fue, sino a la artista que aún al día de hoy, en que no ha recibido tantos homenajes como debiera , es tan poco recordada en el colectivo artístico. Aún se debe seguir trabajando en la difusión de su obra y se merece mayores tributos internacionales, hasta tanto logremos posicionarla donde se merece, junto a Caravaggio y los grandes de su época barroca.

Y es en este libro, en la tercera parte del mismo, donde más se aprecia la vida de la artista como tal en su periplo internacional, cambiando de ciudad en ciudad. Fue detrás de las demandas de sus clientes, dejándose amar por los hombres que estaban circunstancialmente a su lado pero sin atarse a ellos, priorizando su carrera sin descuidar la atención de sus dos hijas quienes también llegaron a ser pintoras pues al igual que ella, comenzaron a ayudarla en el taller como hiciera con su padre.

Mujer atenta las características de las telas, sus texturas, drapeados, sus movimientos que tan bien plasmó en sus telas que solo una mujer podría haber realizado y que a su padre no se le daban tan bien a la hora de plasmarlos en sus pinturas. Atenta a los colores de las ciudades, de los cielos, afirmaba que “los colores son armas” y se preguntaba “ por que una mujer ha de estar condenada a pintar flores y paisajes, y, como mucho, y sin ser tomada en cuenta en serio, algunos retratos y autorretratos? Yo iba a romper esa regla. ¡ También yo quería afrontar los grandes temas! ¡Los episodios religiosos, las figuras históricas!”.

Y así se decidió a realizar una lista exhaustiva de los personajes femeninos de la Historia y de la Biblia. Textos que se hacía leer por sus ayudantes ya que ella fue analfabeta hasta que su marido le enseñó las reglas básicas de la lectura y escritura luego de haber tenido su primer hija. 

Fue la primer mujer en haber sido admitida en 1616 en la Academia Vasari de Dibujo desde su fundación en 1563, así como también fue una protegida por el gran duque Cosme II de Medicis quien no se conformaba con los trabajos de su padre Orazio Gentileschi.

Con el ánimo de avanzar en su carrera artística sin ser perseguida por las habladurías de su juventud, se cambió de apellido adoptando el del hermanastro de su padre Aurelio Lomi y así poco a poco “se fue introduciendo en el cenáculo de esas antiquísimas familias cuyas ramas de extienden por toda Italia, desde Florencia a Pisa, Nápoles, Siracusa… Esos aristócratas de alta cuna que tenían un palacio en la ciudad, una villa en Fíeselo y tierras en la campiña, que ocupaban un cargo envidiable en la administración, lucían la cruz de caballero de alguna orden honorífica y elegían una esposa de rango y con fortuna”. En Florencia era asidua al palacio Pitti así como al de los Tornabuoni y pintaba para la familia Barberini, Antinori, Tempi, Niccolini entre otros. En Roma los Spada eran clientes suyo.

Se ocupó y preocupó de casar bien a sus hijas en ambos casos gastando gran parte de su fortuna y pidiendo ayuda financiera a sus protectores, conformando las dotes. La vida le dio la posibilidad de perdonar a su padre a quien acompañó en su lecho de muerte en Londres.

Artemisia fallece en 1653 rodeada de sus hijas, nietos y de su fiel servidora Tommasina. A pesar de que siempre había estado regresando a Roma su querida ciudad natal, es Nápoles quien la recibe en su último suspiro.

Sus obras forman parte los principales museos del mundo como las Galerías Uffizi de Florencia, Galería Spada de Roma, el espectacular Museo di Capodimonte de Nápoles, el fabuloso Palazzo Pitti de Florencia, el MET de New York , Museo del Prado de Madrid entre otros tantos menos renombrados no por ello menos considerados.

Vale la pena  acercarse tanto a su obra como a su biografía y esta realizada por Rauda Jamís, le rinde justicia tanto a la mujer como a la gran artista que fue, creo no equivocarme.


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Comentarios

5 respuestas a «Artemisia Gentileschi»

  1. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Excelente su pintura, lo dimos en los cursos de Estela A., muy bien tu “raconto” de su biografía,
    gracias! bs
    Susana do Pazo

  2. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Muy bueno, gracias
    Rebecca Zuquelli

  3. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Daniel,
    Hacia tiempo que no entraba a tu blog y hoy me lei los comentarios de muchos de los libros, los cuales motivaron en mi, un deseo enorme de leer. Voy a empexar con el Javier Moro, del cual he leido otros.
    Gracias por tus aportes.
    Abrazo grande,
    Clare

  4. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Hola Daniel
    Excelente nota, tal cual nos tenés acostumbrados.
    Un gran abrazo
    María Minetti

  5. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Daniel,
    Muy bueno el relato de la biografía de Artemisia.
    Gran aporte.
    Un abrazo,
    Diego Vila

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