Emulando la idea de la biblioteca de Jorge Borges, John Coetzee, Premio Nobel de literatura 2003, fue invitado por una editorial argentina en ocasión de la Feria del Libro, para conformar su biblioteca personal que recomendaría a sus lectores.
Personal, no significa íntima, como el escritor sudafricano expresó en la conferencia que dictó en el Solís, días pasados invitado por la editorial Penguin Random House, luego de haber recorrido algunas librerías de la ciudad como fueron los casos de Linardi y Risso y La Pupila.
La primer sorpresa la tuve al ver la cantidad de gente que se había agolpado a la puerta del teatro mas de una hora antes, esperando para entrar, casi con una mayor audiencia que la que estaban teniendo a pocos metros, la banda de jóvenes One Direction, donde tantísimos chicos esperando para verles.
El tiempo se hacia largo, pero el interés común de quienes estábamos en la fila, nos daba la oportunidad de reecuentros y momentos para dialogar e intercambiar opiniones sobre los últimos libros leídos u otras temáticas del ámbito común.
Fuimos recibiendo números de parte de los funcionarios del Solís pues habría solo cabida para 200 personas, lo que creó una expectativa mayor y un ansia de avanzar que de a momentos parecía una avalancha.
La cita era en una sala menor del Solís, donde muchas personas quedamos parados hasta que a punto de comenzar la conferencia, recibimos la noticia de que habían habilitado la sala principal y que para allí debíamos trasladarnos.
Más que una conferencia, parecía que estábamos por asistir a un espectáculo todo lo que ocasionó que se aplazara la charla mas de una hora después de lo acordado.
Coetzee con un atuendo muy formal de traje y corbata, se dirigió al público leyendo todo su repertorio en ingles, para lo cual habían distribuido audífonos para seguir la traducción.
Luego de explicar la razón de su visita a Argentina y el cruce del charco, Coetzee dio paso al detalle de los libros que a su criterio deberían de conformar su biblioteca referencial que a diferencia de la voluminosa señalada por Borges en el orden de los cien volúmenes, la suya estaría solamente conformada por doce en la cual para sorpresa tanto del público como suya, faltarían autores de la talla de Shakespeare, Joyce, Proust, Kafka, Cervantes o el propio Borges, autores de cita obligatoria entre otros pocos, que deberían de formar parte de cualquier biblioteca que se precie de culta.
Los únicos autores conocidos son el americano William Faulkner así como el francés Gustave Flaubert y de los doce (once en son en ficción en prosa y uno de poesía que estará conformado por 50 autores), al momento solo presentó cinco, todos en una edición especial con prologo suyo.
Y es que conformar una biblioteca es algo muy personal aunque íntimo a su vez, pues como él bien decía ,tuvo que pasar por autores clásicos de sus niñez que le ayudaron en su proceso de maduración.
Son muy importantes los libros que nos abren las puertas y nos invitan a formar parte del mundo virtual que conforma la literatura, aunque varían en cada caso y sería casi imposible pretender que surtieran el mismo efecto en cada uno.
Y como bien dice Octavio Paz en su ensayo sobre la escritora Sor Juana Inés de la Cruz, la lectura es una metáfora doble pues por mas ávido de novedades sea el lector, lo que busca en síntesis es el reconocimiento de su lugar de origen o sea el camino de cada uno que es algo muy personal.
“La lectura es libertad y el lector reinventa aquello mismo que lee”, dice Octavio Paz.
No debe de haber cosa mas interesante que acercarnos a las bibliotecas personales donde a través de sus títulos, intentamos aprehender el espíritu de quien la conformó, tratando de comprender el tipo de persona que se trata. Pero una cosa es la conformación de la biblioteca de cada persona y otra bien distinta es cuando debemos de recomendar la conformación de una.
Es casi como conformar una colección de obras de arte, donde en la confrontación de unas y otras, surge una nueva obra mayor.
Pero mas allá de los autores o libros escogidos, John Coetzee, hizo referencia a la importancia de la rima auditiva de los textos. De la armonía y deleite que suelen tener algunos textos creados con armonía no solo visual, sino auditivas que invitan a leer el texto en voz alta. Razón por la cual ciertos autores, habría que leerlos en su propio idioma, según Coetzee, para que en la traducción no se pierda el ritmo de las palabras que mas allá de su significado, generan cierta armonía con el resto de sus compañeras.
No es lo mismo escribir que hablar, como señala Paul Ricoeur, pues en el texto se pierde la expresión vocal , fisonómica o vocal que se produce cuando se lee y el acto locutorio devuelve la vida a las palabras escritas con cierto ritmo con el cual conforma el texto.
Creo, a mi entender, que esta particularidad dentro de la oratoria de Coetzee fue lo mas novedoso, o sea recuperar la lectura no solo por lo que dice, sino como lo dice, como un acto casi artístico donde le damos vida a la locución del texto, casi como remitiéndonos a un ámbito poético.
Esperaba una charla distinta, mas propia de un Grande que mas que un escritor forma parte de las personas sabias, donde no necesitan un texto escrito a modo de expresión, pues para ello no tengo que recurrir a conferencia alguna, sino que leo el texto en el soporte que sea y listo, pero haciendo alusión a esta temática auditiva, me obligo a pensar de que la espera y el retraso ha valido la pena para oír la voz de Coetzee leyendo su propio texto que de otra forma carecería de vida y armonía, aunque su idioma natal no sea el ingles, que fue en el que se expresó.
Y para terminar esta nota, cito el final del libro “La culpa la tuvo Roma” de Eloísa Armad Ugon, recientemente editado que en su texto final reza así, haciendo alusión a las bibliotecas:
“y tengo libros, y la necesidad y el deseo de volver a leer. Lo abro y me dispongo a fugarme hacia un mundo ajeno, en un viaje…”
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