Estaba queriendo leer un libro que me conmoviera y lo encontré.
Cuando un escritor nos gusta, acto seguido provocará nuestro afán de leer otro suyo. Había sido el caso de La delicadeza de David Foenkinos (Paris 1974) que me llevó a interesarme por su novela publicada en 2018 editada por Alfaguara en Buenos Aires a fines de 2019.
Siempre me gusta regresar con algún libro de la capital porteña, que para mi es sinónimo de cultura y cuando lo ví no dudé en comprarlo más allá de los descuentos y plan cuotas que ofrecen las librerías en Montevideo.
Luego de tantos avatares sociales producto del mal que nos involucra al mundo entero, tenía necesidad de conectar con alguna historia que me volviera a mi eje central, espiritual que llevamos dentro y qué hay veces se nos esconde o no le damos oportunidad de aflorar.
Foenkinos aborda una novela romántica involucrando a almas perdidas que por destinos de la vida terminan encontrándose. En este caso la historia discurre en ámbitos artísticos entre el Museo D’Orsay de Paris y el Museo de Bellas Artes de Lyon tan cercanos a mi experiencia de vida y con un toque particular que genera un ámbito ideal para eludirnos de la realidad.
Como dice en la contratapa, se trata de una novela luminosa pero a su vez oscura pero donde a mi modo de ver prevalece la luz a través de la esperanza del renacer.
El relato de un profesor de Bellas Artes que se ve involucrado entre su situación amorosa y la vida de las mujeres que lo rodean, es el motivo de esta corta y emotiva novela ideal para estos días otoñales de entre casa. Un sofá cómodo, una manta, acompañados por una infusión caliente son los elementos ideales para zambullirse en esta historia.
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