En la historia del arte han habido cuatro artistas de reconocida trayectoria que denunciaron los estragos de las guerras acaecidas a lo largo del devenir de la civilización.
El primero y más valiente fue Francisco de Goya (Fuendetodos 1746-1828). El calificativo le cabe pues gozando de una postura privilegiada que le otorgara Carlos IV como pintor de la corte, donde debía retratar a los integrantes de la nobleza y aristocracia española, tuvo la virtuosa inspiración que le llevara a plasmar la otra realidad social producto de la conquista de las tropas de Napoleón. “Los desastres de la guerra” es una serie formidable de 82 grabados realizados entre 1810 y 1815, que denotan las atrocidades del pasaje arrasador de las tropas francesas. Pero la característica del hecho, es que Goya realizó sus registros a partir de los cuentos y comentarios que recibiera de los afectados en sus viajes a su tierra natal ya que él nunca vivió esos hechos.
Su objetivo, marcado por su sentido de compromiso social, era denunciar la miseria y dar cuenta del sufrimiento de los civiles, hecho de una gran trascendencia pues su repercusión sobrepasa su época y se aplica en instancias sucesivas y venideras donde la guerra es una constante devenir que acompaña al ser humano a lo largo de su historia.
Luego podemos citar al alemán Otto Dix (Untermhaus 1891 – 1969), gran realista social que plasmó también los desastres de las guerras. Pero a diferencia de Goya, su objetivo no era denunciar, sino que pretendía desprenderse de su consternación acuciante. Le tocó vivir las dos guerras más atroces del SXX. Cuando tenía 23 se alistó en el ejercito para combatir durante la IGM. Es importante tener en cuenta que a diferencia de lo ocurrido durante la IIGM, los jóvenes guiados por la filosofía de Nietzsche, estaban ansiosos y a favor de la guerra que se prolongó desde 1914 hasta noviembre de 1918. Durante la IIGM ya muy mayor con 53 años fue llamado a formar partes de las filas, lo que le costara la prisión en Francia donde se salvó a raíz de la fama que gozaba como gran pintor.
Para realizar sus pinturas se valió de los registros fotográficos de Hugo Erfurth así como del álbum fotográfico “Guerra a la guerra” de Ernst Friedrich publicado en 1924.
Su obra más destacada en la materia fue el retablo de formato medieval compuesto por cuatro partes “La guerra” realizado entre 1929 y 1932. Allí quiso relatar las atrocidades de la guerra basada en sus recuerdos cuando estuvo al frente de batalla. Se trata de una narración progresiva de izquierda a derecha que comienza durante la mañana con el ingreso de un ejercito donde los combatientes carecen de rostro con el fin de generalizar el mensaje a todas las batallas de todos los tiempos.
En la pieza central durante el mediodía deja testimonio de lo que fuera un ataque explosivo a un refugio donde solo hay un sobreviviente terminando a la derecha con el rescate de un herido durante la noche que es realizado directamente por Dix a través de un autorretrato.
En la cuarta parte ubicada debajo, hace homenaje a la tumba del soldado desconocido.
El “Guernica”, 1937 es el caso más popularmente conocido realizado por Pablo Picasso (Málaga 1881-1973). El encargo del gobierno de España para representar al país en la Exposición Universal de Paris en 1937. El pabellón de 1400 metros cuadrados estaba conformado también por obras de Joan Miró (El segador), Julio González (La Monserrat), Emiliano Barral quien participó con dieciocho esculturas y el americano Alexander Calder (Fuente).
El encargo llega en un momento en que Picasso se encontraba atravesando una crisis de creatividad. Había estado retratando algunas de las que habían sido sus mujeres, así como símbolos tan importantes para él como fuera el caballo, el toro y la paloma. Concomitantemente lee en el periódico L’Humanité la noticia del ataque a la ciudad Guernica el 26 de abril de ese año por parte del ejercito alemán quienes estaban poniendo a prueba sus armas, y sin siquiera haberse acercado a la ciudad para apreciar con sus propios ojos, da testimonio en una obra monumental de 3,49 por 7,77 metros compuesta por las imágenes que venía realizando.
La obra casi de tenor autobiográfico se termina convirtiendo en el emblema internacional antibelicista más famoso del mundo fundamentalmente luego del periplo que realizara durante tantos años en USA. Regresa desde el MOMA de New York al Casón del Buen Retiro de Madrid recién en 1981 luego de la muerte de Franco tal como lo había pautado el propio artista.
Adicionalmente cabe destacar que Picasso también presentó la escultura “La gran cabeza de mujer”, 1931 entre un total de cinco piezas que cedió a dicha feria.
Tampoco el alemán Anselm Kiefer (Donaeuschingen, 1945) participó en ninguna guerra. Nació en un sótano refugio durante un ataque aéreo. Su necesidad de hablar sobre la guerra surgió del compromiso que sintió como alemán donde siempre era señalado y acusado por el mundo entero como integrante de la barbarie nazi. Tuvo que exteriorizar todo ese componente colectivo para poder quitarse el peso que cargaba injustamente.
De una forma u otra, activa o no, estos cuatro artistas han denunciado la atrocidad belicista presente desde que el mundo ha sido dominado por el hombre.
*¿Que hay que hacer más? # 33 – Grabado – 24,8 x34,1 cm – Francisco de Goya – Museo del Prado, Madrid
*La guerra, 1932 – Oleo, 408×264 cm – Otto Dix – Galería Alte Meister, Dresde
*Guernica,1937 – 3,49×7,77 cm – Oleo – Pablo Picasso – Museo Reina Sofía – Madrid
*Margarethe,1981 – Oleo 280×380 cm –SFMOMA – Museo de Arte Moderno de San Francisco – Anselm Kiefer



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