Construcción de la noche

Mi acercamiento había sido muy tenue. Solo lo había abordado a través de alguno de sus cuentos o de alguna charla literaria sobre su obra.

El problema siempre se me presentaba cuando viajaba donde a la hora de hablar de literatura debía admitir que no lo había leído. Tanto Juan Carlos Onetti (Montevideo 1909-1994) como Felisberto Hernández (Montevideo 1902-1964) son referentes internacionales muy valorados.

Onetti siempre representó un desafío en mi caso. Hombre de mala fama por su carácter, adusto, oscuro, con un perfil del uruguayo que nos cuesta asimilar y con un grado depresivo riesgoso. He oído que para leerlo hay que estar anímicamente equilibrado, sino se corre el riesgo de hundirse en una depresión.

Tengo algunos libros suyos aguardando en la biblioteca y nunca me había llegado el momento.

En una charla dada por Carlos María Domínguez (Buenos Aires, 1955) me compré Construcción de la noche, La vida de Onetti, de su autoría el cual me dedicó comprometiéndome a leerlo. “A Daniel con onettianas palabras”, Agosto 2009 y once años ha estado aguardando por mi.

También tengo otro escrito por Mario Vargas Llosa, un ensayo que analiza sus obras para su mejor comprensión que echare mano también.

Construcción de la noche me dio la oportunidad de irme adentrando paulatinamente casi con sigilo en la vida de Onetti. Se podría decir que intenté observarlo sin que él se diera cuenta de mi presencia con el temor de que no me gustara.

Pero para mi asombro y a pesar de mi postura anti onettiana, me fui acercando mas a la persona que al personaje y terminé no solo que estimándolo sino que echando de menos su presencia.

Hombre particular, de familia irlandesa originariamente llamados O’Netty, era muy recio pero con un gran corazón. Así lo percibí a través de esta biografía. Fundamentalmente sensato y consecuente que es lo que mas aprecio en las personas.

Seductor a mas no poder, tanto con las mujeres que enamoraba fácilmente así como también con los hombres que les despertaba afecto a pesar de su parquedad. Hombre de pocas palabras. “Soy escritor no orador”, decía cada vez que le proponían intervenir en simposios.

Estuvo casado con cuatro mujeres y la última, Dorothea Muhr conocida como Dolly, lo acompañó durante sus últimos veinte años.

Sufrió muchísimo durante toda su vida, pero la cachetada mas fuerte la recibió cuando fue apresado durante tres meses durante la dictadura por haber premiado un cuento de Nelson Marra publicado en la revista Marcha. El cuento tenía una parte de tenor “pornográfico”, aspecto que Onetti quiso dejar en claro antes de firmar el acta de premiación pues entendía que podía sensibilizara a cierto público. Mismo así, marchó preso, literalmente.

Si ya era depresivo, esa instancia lo hundió mucho más habiéndolo llevado muy cerca de la muerte habiendo estado internado en un psiquiátrico para su recuperación. Una vez liberado, se fue a vivir a Madrid y a pesar de haber sido invitado en varias oportunidades tanto por Julio María Sanguinetti cuando asumió su primera presidencia, así como por Tabaré Vázquez, nunca más quiso regresar y en un sanatorio madrileño expiró a los 84 años.

Le llamaban el “William Faulkner uruguayo”, autor a quien admiraba y tenía como referente.

Onetti era una extraña persona, compleja, anti burguesa, anti social, de cuna humilde, sin estudios, inestable emocionalmente, también laboralmente y mismo así batalló durante toda su larga vida. Increíblemente se casó con dos chicas de alta sociedad porteña, ambas egresadas del colegio Noorthorn, algo contradictorio a su filosofía de vida, además de haber contraído matrimonio anteriormente con dos hermanas primas suyas.

Tuvo solo dos hijos, Jorge Onetti Onetti (Buenos Aires 1931-1998) e Isabel María, Litti (Buenos Aires, 1949) quienes sufrieron su indiferencia no por falta de afecto sino por falta de atención. Su amor imposible, reñido y conflictivo ha dado lugar a una de las historias de amor más famosas en Montevideo. Idea Vilariño (Montevideo 1920-2009) a quien tanto amó y con quien se le hizo muy difícil convivir. Una relación que mantuvo siempre en forma paralela a sus matrimonios y con la anuencia de sus esposas. Es que a Onetti nadie le podía decir que no.

En 1980 recibió el Premio Miguel de Cervantes y a pesar de sus resistencia de presentarse ante el público, su discurso que da gusto leer, en el cual elogio la obra Don Quijote, nos dejó muy bien parados.

Mantuvo una relación conflictiva tanto con Borges como con Octavio Paz. Vargas Llosa lo nombra asiduamente al igual que a Dolly, persona que ha sido tan querida por los amigos de Onetti. Ahora me quedo con el compromiso y las ganas de seguir avanzando en sus relatos y me alegro de estar descubriendo quien fuera el escritor de mayor fama internacional que hemos tenido.


Publicado

en

por

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *