Georgia O’Keeffe

La historia del arte ha sido redactada desde un punto de vista de poder hegemónico europeo donde la mujer no tenido la representatividad debida.

En un próximo curso abordaremos una visión diferente tratando de avanzar en el desarrollo artístico a través de pintoras que han sido de gran aporte internacional.

Partiremos de Artemisia Gentileschi, pasando por Berthe Morisot, Georgia O’Keeffe, Miriam Schapiro entre otras conformando un panel de doce artistas.

Georgia O’Keeffe (Sun Prairie,1887-1986) fue una pintora descubierta y lanzada al éxito por uno de los mas importantes galerístas como fue Alfred Stieglitz (New Jersey,1864-1946) al frente de Galeria 291.

La primera vez expuso sus obras sin su consentimiento y a pesar de la batería que Georgia tenía preparada para atacarlo, al momento de conocerse personalmente se enamoraron convirtiéndose en una de las parejas artísticas con mayor trascendencia.

Alfred tenía 52 años, veinticuatro más que ella y dejó a su esposa para casarse con Georgia.

De exquisita sensibilidad, a Georgia le gustaba apreciar muy de cerca la naturaleza dándole el protagonismo que a criterio suyo merecía. Para ello pintó flores, nubes, osamenta de animales y paisajes del desierto que habitaba en Nuevo Mexico.

También realizó una serie de pinturas de edificios de New York donde vivió varios años con su marido, ciudad que amaba.

Fue la primer mujer que realizó una muestra individual en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1946.

A pesar de haber creado una iconografía femenina, O’Keeffe siempre se negó a formar parte del movimiento feminista. Tampoco le gustaba que la rotularan como mujer artista. Ella era simplemente artista sin especificar el sexo.

No estaba de acuerdo en que la crítica viera en sus flores partes íntimas femeninas pero la serie sensual de fotos que le había realizado su esposo, la había catapultado como una mujer erótica, peso que nunca logró sacarse de encima.

Sus flores conforman uno de sus rasgos más distintivos. Pintó amapolas, narcisos, petunias, girasoles, camelias, rosas y cuántas otras se le cruzaran.

Para ella el color hacía merecer la vida.

En búsqueda de flores en el desierto y a falta de ellas, se dejó seducir por las osamentas de animales que fue recolectando y que fueron dando cuenta de la ultima etapa de su vida. Podrían reflejar su propio desierto producto de que Stieglitz se opuso a que tuvieran hijos.

Tuvo una larga vida que aprovechó hasta último momento.

Nunca paró y a sus 85 años volvió a encontrar el amor en un hombre 58 años más joven que ella como fue el caso de Juan Hamilton (Dallas,1945) quien la ayudó a trabajar haciendo cerámica en el torno de alfarería en virtud de sus limitaciones visuales para pintar.

En Santa Fe, donde vivió sus últimos años, se encuentra el Museo Georgia O’Keeffe que fuera inaugurado en 1997.

Hace unos cuántos años vi en Nueva York una muestra suya con la participación de las fotografías de Robert Mapplethorpe (New York, 1946-1989) donde se unían en un maravilloso dialogo el cual que me brindó la oportunidad de acercarme mas a su obra.


Publicado

en

por

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *