Instancias Viajeras: Refuerzo de mortadela

Acompañando a mi padre y a mi abuelo mientras íbamos al campo y a las ferias rurales hacíamos muchos kilómetros de ruta.

Obligatoriamente parábamos en algún almacén sobre la ruta.

Algunos conocidos, donde éramos habitués y otros nuevos que se nos cruzaban cuando nos tocaba ir a otros campos a ver ganado.

Acodados en los mostradores no faltaba el vaso de vino para mi padre y el suyo.

En mi caso no podía faltar el refuerzo de mortadela y la Coca Cola en botellita de vidrio.

En esa época no comíamos sándwiches a no ser los de Carrera. Se trataba de refuerzos de galleta de campaña y la mortadela cortada a cuchillo lo más fina que logrará el almacenero.

Esa instancia repetitiva me acompaña siempre fundamentalmente cuando hago ruta.

Mis hijos se ríen pues siempre estoy buscando el lugar para llevarlos y recordar viejos tiempos, pero no es fácil hoy día encontrar “aquellos almacenes bar”.

Este año casi nos atropella un camión cuando desviamos al ver sorpresivamente un almacén que para colmo estaba cerrado.

La mortadela es un embutido originario de Bolonia que nunca falta en nuestra heladera.

Una de las primeras cosas que hago al llegar a Italia es comer un refuerzo de “mortadella” con abundante pistacho, nuez moscada y ajo entre otros ingredientes que me gusta acompañar con berenjenas y pimientos en escabeche, siempre acodado en el mostrador o sentado en la vereda acompañado por una copa de tinto en honor a mi abuelo.

Es un recuerdo gastronómico grabado a fuego que me trae aparejado sentimientos de encuentros que atesoro como adorables.


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