Necesarios Mecenas: Sergéi Shchukin

Ciertas obras de arte de significativa importancia dentro de la producción de artistas de la vanguardia de principio del SXX, se encuentran diseminadas por el mundo.

Moscú y San Petersburgo, cuna de grandes coleccionistas, marcado por el afán y buen gusto que tuvo la emperatriz Catalina la Grande (1729-1796), son de visita obligatoria para poder apreciar algunas de ellas.

También vivían en Rusia los dos coleccionistas de arte contemporáneo más importantes de finales del SXIX y principios del SXX cómo fueron Sergéi Shchukin e Iván Morozov.

Con una gran osadía y riesgo, estos coleccionistas, fueron adquiriendo pinturas, esculturas y dibujos de artistas de la vanguardia europea que recién comenzaban, desconociendo en algunos casos sus aportes, pues claro está, que tampoco todos fueron reconocidos, mucho menos consagrados durante sus vidas.

Ejemplos de ello podemos mencionar el caso de Paul Cezanne quien recién fue reconocido al final de su carrera.

A finales del SXIX y principios del SXX, existía una gran atracción de los rusos por Europa, más precisamente por Paris.

Rusia estaba de moda y todos quienes proveniersn de allí, gustaban, pues ello traía aparejado clientes adinerados.

Hoy día nuevamente los rusos han invadido el mercado del arte europeo. Luego de haber pasado un largo calvario desde la Revolución de Octubre de 1917 y hasta 1989, Rusia ha tenido un gran despertar económico y varios empresarios se enriquecieron de un día para el otro y hoy dia vuelven a ocupar los lugares de los mas osados coleccionistas de arte.

Pero volvamos a inicios del siglo pasado.

Sergéi Shchukin (1854-1936) nacido en Moscú, está considerado como el coleccionista de las vanguardias europeas más grande del mundo. Su colección que se encuentra en manos del gobierno ruso, está valuada en más de 10 mil millones de dólares.

Se trató de un magnate perteneciente al rubro textil que buscó saciar su apetito feroz adquiriendo obras de arte moderno. Era un comprador compulsivo pero tenía buen ojo y su colección da cuenta de ello.

Durante el período de la Rusia zarista, antes de 1917, Shchukin recorría la ciudad de Paris detrás de los talleres de artistas, descubriendo nuevos talentos. También se supo dejar asesorar por los marchantes mas importantes como lo fueron Henry-Daniel Kanhweiler, Paul Durand-Ruel y Ambroise Vollard, principales representantes de la vanguardia, quienes se disputaban a los coleccionistas rusos.

Shchukin fue un gran defensor del arte de vanguardia, obras que ocupaban las principales vidrieras de las galerías parisinas más arriesgadas.

Su extravagante gusto moderno fue causa de burla de muchos aristócratas rusos, pero su buen ojo le dio la razón y sus elecciones han privado a París y demás capitales del arte, de poseer algunas de las más importantes obras de ciertos artistas.

Ejemplo de ello son “La Danza” y “La habitación roja” ambas del fauvista Henri Matisse, obras de vital importancia no solo en la carrera del artista, sino en el rumbo que el arte universal iba tomando a partir de ellas. Se trata de dos obras que muchos museos quisieran tener.

“La Danza” fue producto de un encargo que le realizara Shchukin a Matisse junto con “La Música”.

Al coleccionista, le llamaban “ministro de Comercio” y poco le importaba el qué dirían sus amigos integrantes de elite de la sociedad zarista.

Comprender la evolución del arte contemporáneo implica recorrer las salas de dos de los museos que albergan su colección cómo son el Museo Pushkin de Moscú y el Museo Hermitage de San Petersburgo.

A medida que las iba comprando, sus obras iban siendo colgadas en las salas de su Palacio Trubetskoi compuesto por decenas de habitaciones. Su espíritu filantrópico y sentido de generosidad le llevó desde 1908, a abrir su palacio al público a modo de museo durante los días de domingo. Resultado de ello fue la fuerte inspiración que logró en muchos artistas rusos que careciendo de la posibilidad de viajar, podían acercarse a las obras de ciertos artistas de prestigio de la época, fuente de inspiración para sus formaciones. Por tal razón, no se salvó de ser acusado de corruptor de artistas rusos al acercarles esa variedad de obras consideradas disparatadas y de mal tenor artístico para la época.

No compraba obras de artistas consagrados sino que prefería apostar y vaya si acertó.

Se centró en obras de artistas impresionistas. En 1897 compró su primer cuadro a Claude Monet y posteriormente fue adquiriendo obras de Vincent van Gogh, Paul Cezanne y Paul Gauguin, máximos exponentes del postimpresionismo.

Comenzó de adulto a adquirir obras. Tenía 44 años y guiado por su instinto y asesorado por sus tres hermanos que también eran coleccionistas, supo ir conformando su majestuosa colección.

Su hermano Pyotr coleccionaba joyería, porcelana y antigüedades varias. Dimitri se inclinaba por la pintura flamenca y el hermano menor, llamado Iván, también compraba pero sus desordenadas finanzas le llevaban siempre más a vender que a adquirir.

De gusto muy personal, Sergéi apostaba por obras que los museos de Paris daban la espalda. Durante 30 años logró reunir 256 piezas, hábito que abandonó a partir de su exilio cuando debió de huir de Moscù a causa de los bolcheviques.

Solamente un mecenas con su espíritu revolucionario producto de un país que clamaba por un cambio, podría haberse jugado de esa manera por obras tan osadas. Era un representante del ambiente que caracterizaba Rusia en esa época, aunque el cambio finalizara en otra cosa.

Dentro de su colección, encontramos 51 obras de Picasso, 39 de Matisse, 13 de Monet, 16 de Gauguin, 8 de Cezanne, todos artistas que eran prácticamente incomprendidos y que debieron de esperar la irrupción de arriesgados galeristas que apostaron por ellos.

Se trataba de artistas en su mayoría rechazados por el público convencional pautado por los salones oficiales y que hoy día integran la nómina de los mas destacados dentro de la historia de arte universal.

Con posterioridad y ya con otra formación, Shchukin, fue complementando su colección con obras de artistas rusos entre los cuales se encontraban obras de Malevich, Rodchenko, Mijail Larionov, Natalia Goncharova, Tatlin, Liubov Popova y Olga Rozanova entre otros, destacándose la presencia de las pioneras vanguardistas rusas.

Luego de la Revolución Bolchevique de 1917, Shchukin huye de Rusia dejando todos sus bienes a excepción de una importante cantidad de diamantes que logra esconder en un oso de peluche de sus hijos, lo que le permitió sobrevivir junto con su familia hasta el final de su vida acaecida en Paris en 1936.

Lenin le expropia su palacio convirtiéndolo con criterio constructivo en un museo al cual llamó Museo Estatal de Nuevo Arte Occidental. Pero cuando Stalin toma el poder del país en 1948, lo clausura utilizando el edificio para oficinas públicas. Consideraba la colección inmoral y de carácter burgués, por lo que envió las obras a diferentes museos de Moscú y San Petersburgo.

En 2016 de la mano de otro gran coleccionista y magnate de la industria de la moda como es Bernard Arnault (Roubaix, 1949), gran parte de esta colección viajó a la Fundacion Louis Vuitton. Ubicada en los Bois de Boulogne en Paris, el museo reunió en un ámbito acorde, las obras que fueron exhibidas durante cuatro meses.

Dispersas entre 11.000 metros cuadrados dentro de las 14 salas del edificio realizado por el arquitecto Frank Gehry inaugurado en 2014, fueron exhibidas 127 obras de Monet, Gauguin, Cezanne, Degas, Renoir, Van Gogh, Toulouse-Lautrec, el aduanero Rousseau, Matisse y Picasso, entre otros.

La exposición que fue titulada “Iconos del arte moderno”, reivindicó el espíritu filantrópico de Sergéi Shchukin, a quien el mundo entero le debe pleitesía.

Desde 1948 cuando Stalin disolvió la colección, las obras no se habían vuelto a reunir.

Para llevar a cabo la muestra, los organizadores contaron con la ayuda de André-Marc Delocque-Fourcaud, nieto de Sergéi Shchukin.

El aporte de Ivan Morozov, sera motivo de otra reseña.


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