Me cuesta creer que Nelson partió.

Me tranquiliza saber que no sufrió y que se fue de un sueño a otro.

Fue un hombre que vivió su vida a full, de la forma que quiso y haciendo lo que le gustaba.

Hace muchos años renació cuando sobrevivió a una enfermedad fatal (miastenia) que lo obligó a regresarse de Lisboa donde vivía. Con un cuadro bastante desahuciado, sus hermanas lo cuidaron y lo devolvieron la vida.

Yo le debo todo mi quehacer artístico. Fue él mi gran profesor quien me enseñó a ver, a apreciar el arte a través de sus cursos y viajes.

Hice toda mi formación siguiendo sus lineamientos, estudiando los libros que él me señalaba, suscribiéndome a las revistas que me aconsejaba.

Fue el primero que me publicó una nota sin yo pedírselo en La República.

Viajamos mucho y disfrutamos de cuánto cosa veíamos.

Hace pocos días estuve con él en su casa.

Siempre muy lúcido y con una mente sagaz cómo ninguno.

Crítico de raza sin buscar beneficio propio alguno. Supo confrontar a los políticos de su propio partido cuando resultaban inoperantes.

Tenía la capacidad de relacionar todo que es la medida justa de una persona sabia.

Interpretaba y traducía a un lenguaje que involucraba su propia época.

De nada sirve ser un erudito sino comprendemos nuestra época, nuestro propio lenguaje.

Cabe destacar su generosidad habiendo donado su colección de obras de arte al Estado para conformar un museo de arte contemporáneo así como la donación de su extensa biblioteca que cedió al Centro Cultural de España.

Lo echaremos de menos como crítico y en lo personal como amigo.

Que en paz descanses Nelson querido y buen reencuentro con Inés y tus padres.

Un abrazo para Elsa y el resto de la familia y para todos sus amigos quienes éramos también parte de su familia.