Museo Hombroich

Neuss, Alemania.

Situado en el estado alemán de Renania del Norte-Westfalia entre las ciudades de Dusseldorf y Colonia, en la localidad de Neuss sobre el rio Erft, este museo forma parte de las nuevas propuestas para exhibir las obras de arte.

Fue concebido fusionando arte y naturaleza y fue fundado por el empresario inmobiliario y coleccionista Karl-Heinrich Müller (1936-2007) a partir de la adquisición del terreno, precisamente del parque en 1982. Su idea inicial era exhibir las obras de su colección y comenzó a construir en colaboración con varios artistas visuales, los pabellones que albergarían las obras.

Inicialmente adquirió 25 hectáreas de un área pantanosa y hoy día el complejo ocupa 250 hectáreas de praderas, bosques y agua que alberga una amplia variedad de aves y otros animales. Allí se encontraba la “Casa Rosada” construida en 1816, la cual había sido una villa industrial.

El museo abrió al público en 1987 y su criterio de exposición carece de información, no existe un orden cronológico y las obras de arte contemporáneo están mezcladas en dialogo con esculturas antiguas de China y de otras provenientes de varios viajes que realizaba Müller. No es un museo didáctico sino que se podría decir que es sensorial.

Para su abordaje estructural se valió del arquitecto paisajista Bernhard Korte para rediseñar todo el terreno dejándolo en un estado casi virgen, anterior al paso del hombre.

Asimismo Müller se ayudó del escultor Erwin Heerich para la construcción de once pabellones (llamadas por Müller “capillas en el paisaje”) para exhibir las obras que van bajo techo.

Heerich se valió del ladrillo regional para la construcción de los contenedores, con piso de piedra, marcos de las aberturas de acero y puertas de madera, con techos en algunos casos vidriados para permitir el ingreso de la luz.

Cada pabellón tiene un fin especifico y todos llevan un nombre que los identifica para mejor abordaje. El pabellón destinado a los conciertos musicales lleva el nombre de Granero y la Casa Rosada que se mantiene en pie luego de haber sido restaurada no se usa para exhibiciones.

La cafetería se encuentra en el centro del parque bajo una construcción totalmente vidriada y es muy demandada por los visitantes.

En 1994 se agregaron los terrenos de la antigua Raketenstation Kapellen, antigua base de lanzamiento de misiles perteneciente a la OTAN y el Kirkeby-Feld, “el campo”, llamado así en honor al artista danés Per Kirkeby (1938-2018), donde se construyeron cinco edificios.

El arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira, el japonés Tadao Ando, Raimund Abraham de origen austriaco y Daniel Libeskind nacido en Polonia, realizaron construcciones en el Raketenstation, convirtiendo el cuartel en estudios y apartamentos.

Asimismo a modo atípico, el artista Anatol Herzfeld tiene su taller allí donde crea y exhibe sus obras, principalmente esculturas de metal, entre los cuales se destacan los llamados “Guardianes”, que representan soldados robóticos. El artista está casi a diario en su taller y le gusta recibir y charlar con los visitantes. Luego de su fallecimiento, el pabellón pasará a manos de la fundación Ibsel Hombroich propietaria del museo.

La colección de Müller abarca varios siglos y está conformada por artistas de reconocida trayectoria entre los cuales podemos citar a Rembrandt, Paul Cezanne, Henri Matisse, Francis Picabia, Hans Arp, Alexander Calder, Alberto Giacometti, Yves Klein, Gustav Klim y Eduardo Chillida entre otros.

Cabe resaltar que el espíritu del lugar fue inspirado en la declaración de Paul Cezanne quien afirmó que el arte es una armonía paralela a la naturaleza,

Las entradas varían entre 12 y 20 euros y en el precio está incluida la comida “all you can eat”, con propuestas de productos campesinos regionales como manteca de cerdo, quesos, salchichas, pan de pasas, verduras varias, huevos caseros, fruta de temporada y con suerte pastel de streusel elaborado con frutos rojos.

El museo está abierto todo el año en horario extensivo excepto Navidad y Año Nuevo, con propuestas temporales que van variando periódicamente lo que no nos afecta pues lo importante es recorrer el museo que nos lleva mínimo tres horas.

No lo encontré en su mejor momento pues estaba en plan remodelación con algunos pabellones cerrados y otros sin obras, pastos altos, pero de todas formas se puede apreciar el espíritu así como la consigna del lugar.

Hay que llegar en coche pues no solo se encuentra alejado de la ciudad sino que también está distante de la ruta.

Me llamó la atención que la única persona al frente del ingreso no hablara inglés más allá de su esfuerzo por ser complaciente.

www.inselhombroich.de


Publicado

en

por

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *