París, Francia.
Este museo tiene la ventaja que no es un sitio frecuentado por el turismo masivo.
No está demasiado promocionado y tampoco es muy visible, más allá de ser vecino de la Tour Eiffel.
Fue inaugurado en 2006 y en un primer momento, antes de su apertura, se pensó nombrarlo Museo de las Artes Primeras y también Museo de las Artes y Civilizaciones de África, de Asia, de Oceanía y de las Américas, pero finalmente se le denominó Musée du quai Branly (Museo del muelle Branly), tomando el nombre de la calle donde se ubica.
En junio de 2016, con ocasión de sus diez primeros años de existencia, el museo fue rebautizado como Musée du quai Branly – Jacques Chirac en honor al presidente francés que lo había ideado Jacques Chirac.
Su acervo está conformado por la unión de las colecciones del Museo del Hombre y del Museo nacional de Artes de África y de Oceanía.
Esta compuesto por piezas originarias de distintas culturas de África, Oceanía, Asia y América, de carácter ancestral, religioso, étnico, que puestas en contexto occidental logran una postura artística.
París desde principio del siglo pasado ha tenido una gran devoción por las obras provenientes de África que sedujeron tanto a Henri Matisse y a Pablo Picasso incidiendo en la estética adoptada por este último, dando vida a Las señoritas de Avignon, 1907, obra precedente del cubismo.
Ambos artistas eran asiduos del Museo Etnográfico por lo que muchas de las obras hoy expuestas en el Quai Branly deben de haber sido vistas por ellos.
Claro está que si Picasso hubiera conocido este museo, se hubiera vuelto loco.
La forma en que las piezas están expuestas genera un estallido de color y formas, generando al espectador una mirada constante en 360 grados.
Gran parte de las paredes están recubiertas por cueros de distintos colores.
La puesta en escena es fuera de serie, teniendo la iluminación un gran papel protagónico.
Recorrer sus salas y largos corredores es una fiesta para todos nuestros sentidos.
La colección está compuesta por 300.000 objetos y a su vez el programa incluye varias muestras temporales por año.
La unión de aspectos artísticos, históricos y antropológicos generan una imagen en forma unificadora muy estimulante a la vez que didáctica al espectador.
El edificio aporta lo suyo también y de forma muy importante. Fue diseñado por el arquitecto francés de renombre internacional, Jean Nouvel (Fumel, 1945) quien dotó al edifico de líneas curvas donde todo parece fluir.
Recorrer el museo, se asimila a un viaje de vida zizagueante, donde tenemos la sensación de en post de la luz.
La idea de Nouvel fue la de crear puentes entre culturas, creando expectativas y curiosidad en el público.
Colocado sobre pilotes, el edificio tiene una forma muy particular, aunque de difícil asimilación pues no solo está cubierto por mucha vegetación, sino que también está recostado a orillas del Sena como si fuera un barco que ha llegado de lejos cargado de imágenes.
De lejos no se ve sino que se va descubriendo a medida que el visitante lo va abordando.
El jardín silvestre que también tiene lagos donde habitan patos, fue diseñado por Gilles Clément.
Actualmente se encuentra en exhibición, la muestra “Sur la route des chefferies de Cameroun. Du visible à l’invisible”, basada en caciques de Camerún, donde no faltan obras coloridas compuestas por objetos, indumentaria, arquitectura y demás, sin excluir vídeos que dan cuenta de las distintas manifestaciones culturales de ese país.
La postura de este museo puede ser y por cierto ha sido, objetada.
Pretende ofrecer una visión multilateralista del mundo, si bien ha recibido críticas de quienes han visto en él cierto mensaje eurocentrista subliminal.
Es una interpretación de tenor occidental, algo cuestionado por algunos historiadores como Edward Said, quien analiza el tema en su libro Orientalismo referido a la mirada occidental desdibujada sobre la cultura árabe.
De todas formas, visitar el museo es un grato paseo tanto para adultos como para los más chicos.





Deja una respuesta