Cincuenta días de gloria

Uruguay.

Este libro publicado unos días atrás, es un golpe de suerte y necesario para el Uruguay.

En el mismo, el escritor Mauricio Bergstein (Montevideo, 1961), rescata la memoria de uno de nuestros memorables jugadores de fútbol quien de la mano de su equipo nos llevara a ser los primeros campeones mundiales de este deporte a inicios del siglo XX.

Poco se sabe de esa hazaña que implicó un gran sacrificio para cada uno de los jugadores así como una gran proeza para quien los incitara a ello.

Luego de haber logrado la copa del campeonato Sudamericano, Atilio Narancio (Montevideo, 1883-1952), pediatra de profesión, quien había también ocupado un escaño dentro de la cámara de diputados y de senadores, frente a la promesa realizada para estimularles el título, les llevó a participar en los VIII Juegos Olímpicos a disputarse en Colombes en la periferia parisina.

Ello implicó una búsqueda de financiación que siempre resultó insuficiente, viajar en segunda clase en el barco Desirade acompañados de tantas expectativas como de temores.

Tal esfuerzo le llevó a Narancio a hipotecar su quinta de Maroñas para poder comprar los veintitrés lugares para viajar en el barco que los llevaría a desembarcar en Europa.

El equipo partió del puerto de Montevideo el 16 de marzo de 1924 en el “anonimato mas cruel, donde solo familiares, dirigentes y unos pocos amigos y simpatizantes” los despidieron.

Sumado a ello, esta historia novelada, da cuenta de las vicisitudes que debieron de atravesar los jugadores para lograr ser invitados donde no se había definido aun la gestión de la Asociación Uruguaya de Fútbol en constante puja con la Federación Uruguaya de Fútbol.

Una lucha que llevó a la confrontación entre los jugadores de Nacional y de Peñarol representado por Julio Maria Sosa, quien estaba indignado por la ausencia de convocatoria de sus jugadores siendo era el caso mas notorio de José “Maestro” Piendibene, máxima estrella del fútbol uruguayo.

La participación de Narancio a través de su enviado a París, Casto Martínez Laguarda, diputado del Partido Colorado por San José fue decisiva y fructífera.

El 13 de setiembre de 1923 finalmente recibieron un telegrama de la FIFA comunicando la aceptación de la AUF para que Uruguay se convirtiera en nuevo miembro del organismo.

Asimismo el libro recorre en forma contundente y eficaz, los comienzos del fútbol y las asociaciones de los países de ambas orillas del Río de la Plata.

Los jugadores llegaron a París luego de recorrer algunas ciudades españolas donde disputaron partidos amistosos que ganaron en su totalidad, lo que les generara una incipiente buena presentación al momento de llegar a París, cuando en Europa ni siquiera ubicaban a Uruguay en el mapa universal, tildando a nuestros jugadores de “rara mezcla de civilización y barbarie”.

Arribaron a la estación D’Orsay parisina el 17 de mayo.

Desconformes con los alojamientos muy escuetos e incomodos de la Villa Olímpica designada para los deportistas, buscaron otra alternativa lo que les llevara a alquilar un castillo venido a menos en las inmediaciones de Argenteuil dirigido y habitado por su propietaria Madame Pain, a diez cuadras del estadio de Colombes al cual llegaban caminando en cada partido.

Dentro de los jugadores se encontraba el protagonista de esta novela, José Leandro Andrade quien provenía de una familia muy humilde.

Viajó con su tambor y un amuleto de hechicería africana que le había dado su madre Anastasia para su protección.

Había nacido en Salto en 1901 y el poco contacto que había tenido con su padre quien había fallecido cuando él era muy chico, lo llevó a vivir solamente con su madre quien debió de apechugar sola para criarlo.

Su padre había llegado al Uruguay proveniente de Brasil, huyendo de las manos esclavizadoras de su patrón, de quien obtuvo el apellido.

Podría haber llegado de Guinea, en las embarcaciones de esclavizados provenientes de África pero se desconoce con certeza su país de origen. Un peso con el cual José debió de cargar durante toda su vida a falta de certera información y sin lograr asimilarlo.

Andrade tenía 22 años cuando fue convocado para integrar el equipo convirtiéndose en el primer hombre negro en formar parte de un cuadro de fútbol en Europa, algo que nos resulta casi imposible de asimilar, máxime cuando hoy día en la mayoría de los países los jugadores son afrodescendientes.

Sumado a pocos datos certeros de ese viaje producto de la poca información que se tiene de Andrade, así como la del resto de los jugadores y luego de investigaciones y entrevistas, Bergstein logra entretejer esta historia la cual obviamente cuenta con pasajes productos de su imaginación.

Mismo así, considero vital tomar conocimiento de esta parte de nuestra historia reciente, máxime en un país donde el fútbol ocupa un lugar preponderante.

En mi caso, nada futbolero, todo fue novedad. No tenía idea de donde provenían los nombres de las tribunas del Estadio Centenario de Montevideo.

Uruguay luego de haber logrado el triunfo en estas olimpíadas, se convirtió en el primer país del Latinoamérica en lograr una victoria en Europa.

Nunca ningún país sudamericano había jugado al fútbol en el Viejo Continente, razón por la cual se menospreciaban las proezas futbolísticas provenientes de este continente.

Tampoco el fútbol había logrado hasta ese momento el prestigio que le sucedería con posterioridad a la actuación de los uruguayos quienes lograron atraer a un público que hasta este momento no se interesaba por ese deporte.

Una vez logrado el triunfo contra Suiza, el 9 de junio de 1924 a instancias del presidente de la FIFA Jules Rimet (1873-1956) incitó al capitán del equipo uruguayo José Nasazzi, a saludar el público en retribución a la efervescencia que emanaba desde las tribunas.

Nasazzi aceptó con la condición de que también los acompañaran los suizos y esa fue la primera vez que se recorrió la cancha en sentido contrario a las agujas del reloj con la copa en alto, inicio de esta costumbre llamada vuelta olímpica que se sucede hasta hoy día.

El partido batió el récord en la venta de entradas y esa instancia fue la que convirtiera al fútbol en el deporte de masas del siglo XX, momento en el que Andrade se consagró como el mejor futbolista del mundo.

Sumado a los aspectos futboleros, Bergstein relata las vicisitudes personales de Andrade quien se convirtiera en una figura pública de éxito y reconocimiento en las calles parisinas donde lo conocían como “merveille noir”.

Alto, con su 1,86 mt, su soberbio porte de saberse ganador, su físico bien marcado, así como el color de su piel, lo llevó a ser muy codiciado por las mujeres entre la cuales tuvo una relación amorosa con una mujer rusa quien luego del campeonato lo llevara a vivir a su palacio.

Durante su estadía en París y mantenido por esta amante, Margueritte Gestaullied llamada la condesa Mimi, al menos diez años mayor que él, Andrade llevó una vida de “bon vivant”. Vestía a la moda, asistiendo a los mejores restaurantes de la ciudad así como a lugares nocturnos de moda donde era muy codiciado.

Ese ritmo de vida, insólito para un chico que provenía de un conventillo, quien había llegado a robar gallinas para alimentarse, lo llevó a no querer regresar mas a Montevideo, pero no tuvo chance y debió volverse con su equipo.

Un aspecto no menor para nuestro país, es el reconocimiento y respeto que recoge este libro hacia una persona afrodescendiente, también para su comunidad, mas aun con un padre que fuera esclavizado.

Estas heridas aun no terminan de cerrar y al día de hoy en algunos casos, si bien lo catalogamos como algo doloroso, no hemos acabado de resarcir y pedir perdón a esa comunidad que en Uruguay muchas veces pretendemos ocultar o desconsiderar en virtud de su reducido número de integrantes, algo similar de lo que hacemos con los descendientes indígenas en nuestro país.

La escala realizada por el Desirade en el puerto de Dakar, le da la oportunidad al Bergstein para desarrollar el tema de estas personas que fueron esclavizadas y que no fueron esclavos, aspecto como actualmente se redefine en las lecturas recientes de nuestra historia des-colonialista.

El regreso de Andrade a Montevideo fue demoledor pues sabía que aquí le esperaba nuevamente un calvario. Continuó jugando en destacados cuadros de fútbol e inclusive tuvo la oportunidad de regresar a Europa a jugar un partido en Roma, regresar a París en dos oportunidades más, pero falleció muy joven y enfermo a la edad de 56 años en extrema pobreza abandonado por su familia y amigos.

No logró adaptarse a la sociedad y careciendo de facultades o preparación alguna fuera del futbol, ocupó un puesto de limpiador y luego de portero en UTE a la edad de 38 años.

El libro está magistralmente diagramado y escrito con un ritmo vertiginoso conduciendo las tensiones lector a su punto mas alto, arrancando con el fin de los hechos, para luego ir construyendo el pasado de los mismos.

Tampoco está escrito en forma cronológica lo que que genera mayor interés llevando al lector a una participación activa en el entramado de la novela.

Los hechos sucedidos en París son muy elocuentes a la hora de describir la «Ciudad Luz” en sus años de mayor apogeo.

Luego de la primera guerra mundial la ciudad se había convertido en un punto de encuentro de personas provenientes de todo el mundo persiguiendo notoriedad y éxito.

La movida artística cultural se había trasladado al barrio de Montparnasse, el cual había desbancado al otrora convocador de artistas como fuera Montmatre con su Place du Tertre, lugar donde se había iniciado la vanguardia con Pablo Picasso y su grupo integrado por Juan Gris y George Braque entre otros.

En esta novela no faltan la citas de artistas como los dadaístas de moda entre otros Tristan Tzara, Francis Picabia, André Breton, Man Ray, Claude Monet, Constantin Brâncuși, Chaïm Soutine a quien tanto le debió José Cuneo.

Tampoco faltan a la cita los cabarés puntos de reunión de la farándula como el Moulin Rouge, Folies Bergère y cafetines donde palpitaban el espíritu de los parisinos como La Rotonde, Le Dome, Le Select, La Cloiserie de Lila, entre otros emblemáticos. Los escritores también encontraron allí tierra fértil con Ezra Pound a la cabeza.

En París Andrade, a instancias de Bergstein, se va a relacionar con la pintora brasileña Tarsila Do Amaral, con la mecenas del arte cubista Gertrude Stein, con la bailarina Josephine Baker así como con el escritor Ernest Hemingway. Lo sutil, si se quiere, es que Bergstein prescinde de nombrar a dichos artistas, pero da pautas claras de quienes se trata. Un buen desafío para los entendidos y una falta para el resto. Hubiera sido preferible que los nombrara.

De rigor, la primer salida de todo el equipo fue a la Tumba del Soldado desconocido en el Arco de Triunfo.

Otro buen rescate de este libro, es la instancia verídica en que los jugadores visitan obligados el Museo del Louvre aunque solo fuera para ver la Gioconda de Leonardo da Vinci, frente a la negativa de los jugadores, como sugerencia mínima que les propusiera José Luis Zorrilla de San Martín quien se encontraba en París llevando a cabo una beca con su mujer y sus dos hijas Guma y China.

No contentos con esa decisión y sin lograr ver el famoso cuadro, los jugadores se sentaron en una sala esperando la llegada del escultor, decepcionados por que no habían encontrado la “gran pintura” sin percatarse de que estuvieron sentados de espalda a la misma durante toda la espera.

Un aspecto no menor, a pesar de la magistral forma con la cual la novela está escrita, además de abusar de los términos futbolísticos escritos en inglés (team, ball, players, footballers, centre forward, match, shot, field, referee, dribblings, score, fair play, eleven, half, goalkeeper, wings, penalty) y otro tanto con los términos en francés, es la falta de rigor en la corrección aspecto que llama la atención tratándose de una editorial de prestigio como Editorial Planeta.

Una pena, pues pequeñas faltas no ortográficas, sino de sintaxis, distraen al lector incomodando el ritmo placentero a la hora de dejarse abstraer por la historia.

Se trata de un libro que debería de ser asimilado dentro de nuestra historia reciente y formar parte de nuestra memoria colectiva, mucho mas aun cuando nos definimos orgullosamente futboleros.

Un buen regalo para amigos.

En pocos días y a instancias de la Embajada de Uruguay en Francia, el libro será presentado en su sede parisina.

Es de desear que la próxima edición, que seguramente habrá, sea corregida y que también haya una versión en francés, pues de lo contrario el homenaje no estaría completo.


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