Montevideo, Uruguay.
Una vez mas Guadalupe Ayala (Buenos Aires, 1976), artista y politóloga, nos ha dado la oportunidad de quedar estupefactos frente a una puesta en escena de su obra y en esta oportunidad ha encontrado el ambiente ideal para albergar sus obras.
Guadalupe quien lleva viviendo en Montevideo 13 años forma parte del canje llevado a cabo con los porteños en cuanto a destacadas personalidades que han cruzado el charco. Podríamos pensar que a cambio de Natalia Oreiro recibimos a esta prestigiosa artista.
Su obra de características sutiles no pierde en cambio el poder con el cual golpea al espectador, el que paulatinamente se va adentrando en los entramados vericuetos de la misma.
Son amplios los escenarios que la artista suele escoger para sus propuestas, sin embargo sus obras están compuestas de micro relatos que nos inducen a una intromisión que afectará al espectador a través de variadas maneras pero siempre de forma contundente.
El tenor de sus discursos proviene de un pasado ancestral dictado por una genealogía que la conduce la que le susurra al oído situaciones aquejantes pasadas.
Sus obras son silenciosas, pausadas, reflexivas, tal cual como es Guadalupe en su trato con sus pares, pero a la vez no dejan de abofetearnos a través de una situación inesperada que partiendo de su frágil apariencia provoca mayores efectos una vez que la hemos leído con atención.
La mesas son su mejor escenario donde a modo barroco conforma la presencia humana, a la vez que la ausencia, pues las personas habitan solamente en la mente del testigo que las recrea a medida que se acerca al lugar de los hechos.
Haciendo uso de vajillas antiguas que dan cuenta el pasado, Ayala irrumpe en un plano que ha dejado vestigios de lo que fuera. Mesas compuestas en su amplia variedad de cerámicas de cocina donde las jarras juegan un lugar protagónico, cubiertos, servilletas, copas de cristal rotas, entre otros elementos intervenidos que destellan la exquisita creatividad de la artista.
El recurrente uso de cristales de coches rotos propicia a Ayala ese tenor de tensión y agresión que en sus obras habitan.
Las mesas de comedor vinculan al ser humano en una de las reuniones mas importantes del día como es el acto de alimentarse, lo que también genera la oportunidad tanto a familias como a grupos de personas a sociabilizar, ámbito propicio para expresar opiniones, deseos así como frustraciones.
Con la consigna del respeto a la vez que la reinserción del patrimonio histórico de Montevideo, el Estudio Rener está llevando a cabo la construcción de un edifico llamado Jardín Castellanos, en el parque de la casa que ocupara el matrimonio conformado por Alejandro Gallinal Heber (Montevideo, 1905-1980) y Elina Castellanos Etchebarne mas sus cuatro hijos, destacadas figuras del contexto social y cultural del país.
Partiendo de esa premisa de conservación patrimonial, el Estudio Rener junto con la labor de BMR Productora, han llevado a cabo una serie de seis muestras bajo el programa Cultural Obra en lo que fuera la sala principal de la casa.
Estas muestras incluyeron fotografía, croquis, pinturas así como propuestas inmersivas y un taller para niños, todo de cara a la revitalización de la casa propiciando el renacimiento de la misma dentro de su nueva función.
En esta oportunidad Ayala fue invitada por el Doctor en Historia del Arte y Gestión del Patrimonio Cultural, William Rey, principal figura dentro del programa de valoración y gestión del patrimonio artístico de nuestro país, a exponer en el espacio Cultural Obra el cual con esta muestra acaba un ciclo de exposiciones que lleva a cabo desde abril de 2023. Partiendo de esta invitación que recibiera y luego de una minuciosa investigación, Ayala se valió de elementos propios de la residencia que tomó prestados para llevar cabo un vínculo entre el pasado y el presente.
Para ello se valió de la tierra que extrajo del jardín así como de ladrillos y otros elementos que rescató de la obra, elementos con los cuales construye su instalación ubicada dentro del mismo comedor de la casa.
De aquí que se podría pensar que esta ha sido una oportunidad ideal para la manifestación artística de Ayala tratándose de un ámbito familiar donde se sucedieron hechos inherente a la familia.
El proyecto edilicio asimismo ha permitido mantener la casa a la cual se le ha anexado un edificio de quince pisos, y sera destinada para proporcionar “amenities” a los residentes .
La casa fue construida en 1942 por los arquitectos Horacio Terra Arocena (Montevideo, 1894-1985) y Elzeario Boix (Madrid, 1884-1953). La misma de aspecto afrancesada, fue construida con características eclécticas con detalles tanto clásicos como modernos, con detalles como almohadillados, pilastras y columnas con otros italianizantes, algo muy común en Montevideo donde los arquitectos y propietarios se inspiraran en las construcciones europeas pretendiendo dar un tenor parisino fundamentalmente, como también ocurriera en Buenos Aires.
En un país como el nuestro donde el patrimonio histórico no ha sido valorizado ni mantenido en pie como en notorias oportunidades, este tipo de reinserción urbana es muy valioso y necesario.
La casa compuesta por dos pisos destinará la sala principal como recepción del edificio a modo de “lobby” y el piso superior será destinado a albergar un gimnasio para los habitantes del edifico, que
si se quiere sería lo único discutible. Trátandose de una residencia señorial, tal vez seria mas oportuno destinar esas habitaciones superiores para otro tipo de eventos de tenor social y cultural en lugar de un gimnasio que la maltratará y transpirará menos.
Un aspecto no menor, es que la constructora ha preservado algunas de las plantas que habitaban el jardín de la casa, la cuales formaban parte del reconocido entorno de la misma, tanto por sus vecinos como por los transeúntes. Este paisajismo también formó parte de la residencia rodeada de plantas como los «Esqueletos de caballo» que la caracterizaban.
Otro elemento a destacar es la denominación del edificio con el apellido de la dueña de casa quien seguramente se ocupó y representó el espíritu de la casa y a quien se quiere homenajear.
La muestra de Ayala ya fue levantada el domingo pasado y en virtud del trajín de la construcción del edificio contiguo, solo estuvo abierta al publico sábados y domingos dentro de horarios reducidos.
Tal vez la obra podría ser montada en otra sala y dentro de un horario mas extensivo.
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