Una historia de lucha, candombe y resistencia: el legado de Rosa Luna.
Jorge Chagas (Montevideo, 1957), una vez mas demuestra que ademas de magíster en Historia Política, es un excelente escritor de novelas donde la ficción se cuela entre las historias reales de sus personajes.
Con gran conocimiento de causa Chagas, a quien visité en su casa días atrás, en esta novela aborda la vida de una de nuestras principales figuras del carnaval uruguayo como lo fue Rosa Luna.
No se trata ni de una biografía ni de una novela, sino que mas bien es una narrativa provocadora no solo sobre la vida de esta bailarina de candombe sino que también notifica las vicisitudes que debió vivir la comunidad negra en nuestro país, donde en la mayoría de las veces eran ladeados por la sociedad.
Con muy pocas alternativas educativas, de trabajo, así como de posibilidades de progreso, la colectividad negra que estuvo asociada desde fines del siglo XIX a la esclavitud y luego a trabajos forzados u ocupaciones sencillas o de menor complejidad como mano de obra rural o de servicio doméstico fundamentalmente en le caso de las mujeres, se tenía que agrupar para ayudarse mutuamente.
Rosa Luna y el pueblo afro uruguayo: una novela que honra la memoria colectiva
En Montevideo entre otros lugares, ocuparon un edificio ubicado en el Centro de la ciudad popularmente llamado el Conventillo Mediomundo sobre la calle Cuareim al 1080 entre Isla de Flores y Durazno donde convivían también con algunos “carapalidas” como les llamaban a las personas de tez blanca.
Esta vivienda fue construida por los hermanos Miguel y José Nicanor Risso a finales del siglo XIX como casa de inquilinato.
Fue allí donde Juan Ángel Silva apodado el Cacique fundara junto a su hermanos su primera comparsa, Lonjas de Cuareim, que luego se llamara Morenada.
También el Cacique fue quien le cedió un espacio a Carlos Páez Viaró para su atelier quien dio vida a varias escenas y persones del lugar.
La construcción compuesta por cuarenta habitaciones y solo cuatro letrinas, estaba dividida en dos plantas dispuestas alrededor de un gran patio donde había una aljibe y piletas para el aseo y fue allí precisamente donde nació Rosa Luna el 20 de junio de 1937.
Su madre había llegado del interior con diez hijos y sin un padre que se ocupara de ellos.
Rosa Luna nació como Rosa Amelia y sin ser reconocida por su padre biológico, debió de ser registrada con el apellido de su madre siempre acompañada de los severos rigores de su padrastro.
Su difícil infancia le marcará el resto de su vida donde mas allá de haberse convertido en una gran bailarina no logrará ocultar su constante sufrimiento a raíz de su vida personal así como la constante lucha de su comunidad, dolor que se reflejaba en su triste mirada así como en los ojos de todo su colectividad en esa época .
Nació con un “no” en la frente y aun así brilló
Rosa Luna, hija de doña Ceferina alias la Chunga, no nació siendo una estrella, sino todo lo contrario. Vino al mundo con un “no” grabado en su frente y fue con ese único recurso que se abrió camino.
De niña era una negrita mas predispuesta a perder la vida, como le ocurrió a algunos de sus hermanos, que a salir adelante.
Se crió al son de los tambores, donde el candombe sinónimo de pena, dolor y rebeldía la hizo suya.
Su entorno le jugaba en contra y ni siquiera contaba con los atributos naturales para abrirse camino, pero por su venas corría la sangre de un pueblo entero que se sirvió de ella para lograr visibilidad y respeto.
Siendo una niña, su padrastro la empleó en una casa de familia “copetuda” donde tampoco fue respetada y fue el amor hacia el arte, en su caso al baile, el que la salvará.
Cuando el arte fue salvación: Rosa Luna entre la sombra y la gloria
Chagas de forma magistral va tejiendo una historia que no es lineal en el tiempo compuesta con la participación de varios personajes.
Entre ellos ubica a quien fuera una compañera de su niñez en el conventillo llamada Lidia radicada en Toronto, la periodista Clara Moreira también presente en la biografía de Leandro Andrade escrita por Chagas, un compositor de música quien ha perdido la memoria, así como al mismísimo Dios quien ocupa gran parte de la novela.
Rosa Luna fallece en Toronto an 1993 cuando estaba actuando en una gira en Toronto, a raíz de un infarto a sus 55 años y será Dios quien la reciba a las puertas del Paraíso para franquearle el ingreso.
Rosa Luna: la mujer que bailó con Dios
Antes de su ingreso tendrán una larga charla que recorrerá las instancias mas importantes de su vida, remarcando su don de compasión valor que estuvo en forma constante a lo largo de su vida.
Su vida compuesta por constantes luchas para salir adelante así como por defensas a favor de su comunidad, convirtieron a Rosa Luna en una persona con un gran corazón con suma valentía para sobrevivir contado con muy pocos recursos.
A raíz de sus virtudes como bailarina y cantante, Rosa Luna junto con la Negra Johnson, Lágrima Ríos y Marta Gularte, se convirtió en la atracción de los desfiles del Carnaval y de las Llamadas las que se iniciaron en 1956, datos que Chagas vuelca en su novela a partir de la información proveniente de Tomás Olivera Chirimini.
La celebraciones de las Llamadas compuestas por escoberos que iban adelante de los tamborileros barriendo los malos espíritus, seguidos por el gramillero portador del legado africano y la mama vieja en representación de las antiguas amas de crianza, bastoneros y reyes congos, todos ellos en constante conversación con el repique de las lonjas, estaban pensadas para ser llevadas acabo cada 6 de enero en que se celebra el día de San Baltasar.
Fue a raíz de una petición de la comunidad a la Intendencia de Montevideo para contar con recursos económicos en que la fecha fue cambiada para los días de carnaval para “matar dos pájaros de un tiro”, se podría decir.
Ademas de sus actuaciones que la llevaron bailar al frente de casi todas las comparsas, Rosa Luna tenía una columna en el periódico La República donde expresaba su afán por ayudar a su comunidad en la cual tampoco gozaba de aceptación plena a raíz de su desordenada su vida y de un crimen que había cometido el 28 de setiembre de 1965 en el bar Antequera, donde le quita la vida a un hombre proxeneta y que violentaba a las mujeres.
A mediados de la década de los 40 se había formado en Montevideo una asociación en manos de la comunidad negra para generar una imagen positiva que les permitiera ocupar un lugar digno dentro de la sociedad. Como broche de oro de esta asociación manejada por mujeres se celebrara en forma anual una fiesta en el Hotel del Prado o en el Parque Hotel, a la cual a Rosa Luna se le denegó el ingreso, dejando colgado en su ropero el vestido que se había hecho confeccionar para la ocasión.
Las razones expresadas hacían alusión a que se trataba de una hija natural, candombera, que frecuentaba lugares de vicio donde corría el alcohol, la timba y donde también se cometían “los pecados de la carne”.
Rosa Luna fue la estrella negra que desafió el olvido
Tampoco en esta corta pero intensa novela de 200 páginas falta la información histórica de María Emilia Santarcieri, Milita Alfaro y Enrique Díaz entre otros historiadores y otros relatores que brindaron datos complementarios para el cabal relato histórico donde se desenvolvió Rosa Luna.
De esta forma la elocuente narrativa de Chagas recrea una época así como los ámbitos donde la colectividad negra transitaba dando cabida asimismo a la movida actividad musical que era llevada a cabo en distintos cafés y boliches de Montevideo los que lamentablemente han desparecido, como el Tupí Viejo, Fun-Fun, Tupí Namba, El Garrón, El Buzón y el Mincho, entre otros.
A modo de conclusión podemos afirmar que esta novela se trata de un necesario homenaje no solo a Rosa Luna sino a todo el pueblo negro que habitó durante esos años tan difíciles para ellos, devolviéndoles el respeto que se merecen casi como valorando cuanto han aportado a nuestra cultura.
Sabemos de la existencia de estos conventillos pero tenemos muy poco información de como realmente se vivía en ellos y Chagas nos brinda la oportunidad de llegar al corazón de los mismos.
Este libro que se lee de un tirón es una invitación para adentrarnos en parte de la historia de Montevideo no solo recordando sino también honrando a nuestros ilustres participes y compositores de nuestra cultura popular que tanto nos define.
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