Ruan, Francia.
Observar una muestra de arte es una experiencia espiritual. Implica mirar con todos nuestros sentidos. Algo que difícilmente logramos cuando visitamos los grandes museos que suelen desbordar nuestra capacidad de impresión.
Siempre recomiendo a la hora de viajar, comenzar el día visitando un museo y dedicarle no más de tres horas. A la mañana temprano y luego de un sueño reparador, nos levantamos con la mente “reseteada” y nuestra capacidad de absorción, impresión y emoción se encuentra con en su mejor momento.
Siempre es mejor mirar menos y bien que mucho y mal.
Cuando llevé a mis hijos a los museos como el Metropolitan de New York, el Louvre de Paris o la National Gallery de Londres, solamente recorrimos una muestra en particular en cada museo. A las dos horas estábamos fuera.
La muestras temporales así como las temáticas o retrospectivas, causan un efecto intensamente superior al logrado cuando visitamos exposiciones permanentes en los grandes museos.
El Louvre suele causar un efecto negativo fundamentalmente en aquellos casos de personas que no son conocedoras del arte y consideran imprescindible visitar. Mona Lisa les resulta antipática. No solo no les dice nada sino que los echa del museo.
El caso de la ciudad de Ruan, antigua capital de Normandía, suele también malograr nuestra visita.
Historia, literatura y arte se estrechan de la mano allí, a través de Juana de Arco, Flaubert y Monet.
A Ruan la tenemos asociada visualmente a su catedral que inmortalizara Claude Monet (1840-1946) cuando pintó 28 versiones de la misma a distintas horas del día. Mal buscamos relacionar sus pinturas con la catedral que con su cara lavada de recién levantada nos mira cómo pidiendo disculpas.
Sin embargo Ruan, posee uno de los museos mas recoletos de Francia donde sin la grandilocuencia de su tío Louvre, podemos apreciar y captar de forma más efectiva sus obras de arte.
El Museo de Bellas Arte de Ruan, ocupa las salas de un edificio de 1801 inaugurado en 1809 que fue restaurado y acondicionado para albergar la colección en 1994.
En sus paredes compuestas de 60 salas, cuelgan obras de arte del SXV al SXX y los artistas son los mismos huéspedes de otros museos más famosos y que allí causan un mejor efecto.
Peruggino, Veronesse, Caravaggio, Velazquez, Rubens, Poussin, Gericault, Sisley, Monet, Ingres, Corot, Caillebotte, Degas, Millet, Fragonard, Boucher, Modigliani y Duchamp, son solo algunos de los tantos artistas de talla internacional que conforman la lista de mas de mil obras.
La paz que se percibe y los espacios aireados de este museo, provocan el despertar de nuestra sensibilidad de una forma muy apacible y efectiva. No es lo mismo recorrer sus salas que hacerlo en el Museo D’Orsay, donde pareciera que tanto el tiempo como su concurrido público nos corriera.
Viviendo en Paris, iba al D’Orsay a diario donde tomaba un curso de arte y cada día recorría un sector distinto y salía de prisa antes que la muchedumbre abrumara mi espíritu curioso.
Eso no ocurre cuando nos dejamos sorprender por museos chicos con menos asistencia de público o exposiciones puntuales poco concurridas.
Recorrer el museo de Bellas Artes de Ruan, es una visita con un resultado de éxito asegurado para quien pretenda darse de la mano con la Historia del Arte Universal.
Un sitio ideal para comenzar un viaje cultural dejando como postre los museos mas grandes que ofrece Paris.




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