36º Bienal de São Paulo

São Paulo, Brasil.

Una bienal que no pudo estar a la altura de su antecesora.

Ayer quedó inaugurada para el público la 36° Bienal de São Paulo con una apertura previa para invitados especiales el día anterior.

Entre la poesía y la desconexión

Esta edición ha sido dirigida por
Bonaventure Soh Bejeng Ndikung de origen africano con sede laboral en Berlín quien propuso seguir una línea muy poética.

Cabe recordar que la edición anterior estuvo enfocada en dar cabida a la relectura decolonialista incluyendo artistas que habían sido marginados por la elite del arte procurando dar visibilidad a minorías tanto étnicas como de género.
Fue una bienal muy política la cual manifestó serias contradicciones con la población blanca así como contra el gobierno reclamando justicia a favor de los pueblos indígenas entre otras protestas.
Y mientras que esa edición pisaba fuerte sobre la tierra, esta otra en cambio se diluye en una dimensión cósmica muy etérea y no siempre comprensible.
Ndikung ha preferido un abordaje en cuanto a la colonización con mucha discreción poética

Un Brasil que pide otra cosa

Brasil continúa teniendo problemas raciales y esta poesía no llega en un buen momento.

La consigna propuesta para esta ocasión apela a ser totalmente renovadora buscando el aspecto sanador de la humanidad a través del arte.
Para ello Ndikung ha echado mano a la poesía género literario donde de acuerdo a su criterio aun tenemos posibilidad de regenerarnos.

Espacios vacíos, nombres ausentes

El edificio diseñado por Oscar Niemeyer quedó holgado de espacio o fueron presentados pocos artistas.

La nómina está compuesta por 125 artistas la mayoría desconocidos con una gran participación de africanos.

En ese aspecto podemos señalar algunos inconvenientes que perjudican el vínculo con los espectadores.

Esta Bienal requiere mayor tiempo del habitual

Encontrar los nombres de los artistas se convierte en una odisea. No se ubican junto a las obras y siempre están en lugares de no fácil acceso a la altura de la vista.
Tampoco en el cuadro informativo figura el país de origen del artista, aspecto de gran importancia a la hora de comprender la narrativa propuesta máxime cuando hay muchos de origen africanos que viven otras realidades diferentes a las de occidente.

La holgura de los espacios, algunos totalmente vacíos, genera una incomunicación entre las obras inclusive entre las de un mismo artista.
Hay muchas pinturas colgadas en formas alineadas a modo decorativo con una gran distancia entre una y otra.

Telas, muros y jardines: la teatralidad decorativa

Otro aspecto que no juega a favor dentro de un ámbito de bienal donde todo apunta a la vanguardia contemporánea y donde existe una gran variedad y recursos para exponer las obras, es el uso de extensas telas de colores con las cuales han sido forradas las paredes de techo al piso y en algunos casos limitando los espacios.

Se trata de un escenario muy teatral contrario a nuestras acuciantes situaciones.

Enfrentado a la primera tela y pensando que recepcionaba una obra me di contra la pared.
En tanto en otro caso y ya habiendo comprendido que se trataba de meros elementos decorativos con formas ondulantes, me perdí una de las mejores propuestas, razón por la que tuve que ir una tercera vez en busca de la misma.
Ni siquiera los asistentes lograban encontrarla.

Tampoco la señalización es buena al grado tal que los espectadores se encuentran dando vueltas para encontrar las obras convirtiendo la exhibición en un acto confuso.

El recorrido de la propuesta comienza con un gran jardín japonés de *Precious Okoyomon compuesto por una gran variedad de plantas rodeando un camino zigzagueante que nos conduce a una fuente con agua y peces.
Bonito pero contradictorio y con algunas plantas que se han comenzado a secar.

Se trata de algo bastante cuestionable cuando el edifico vidriado que alberga la Bienal todo se encuentra inmerso en un enorme parque verde y lleno de naturaleza variada.
Se entiende que el artista pretende bajar el ritmo de los visitantes para encauzarlos en un camino de paz y sosiego aunque junto a esa obra hay otra compuesta por enormes parlantes ensordecedores de *Gé Viana.

Un largo muro de *Sertão Negro compuesto por bloques de tierra roja el cual no logra su cometido.
El mismo dista mucho de los muros realizados por la colombiana Delcy Morelos los cuales llevan a cabo su propósito no solo intimidando sino transportándonos a otras esferas rurales acompañadas asimismo con tierra aromatizada.

Son muy pocas las obras que están a la altura del nivel de esta Bienal la que se ha convertido en un referente internacional.

Los artistas destacados son muy pocos

*Emeka Ogboh presenta una instalación compuesta por troncos de árboles talados que se manifiestan en alta voces dentro de un recinto cerrado.
El artistas logra transmitir con suceso su poesía dentro de una excelente ambientación bien iluminada y con humo entre otros elementos que consiguen subyugar a los espectadores.

A su lado la obra de *Suchitta Mattal donde el artista creó un templo forrado con telas trenzadas y en lugar de la cúpula exhibe un video con imágenes del mar.

*Moffat Takadiwa optó por una construcción que hace alusión a un palacio incluyendo una cúpula.
Contrariamente a la suntuosidad de los palacios de época, Takadiwa construye el suyo con elementos plásticos de deshecho como tapas de botellas y una larga lista de otros.
Un aspecto digno de resaltar son los pisos armados con la parte de las cerdas de los cepillos de dientes los cuales al transitar por encima de ellos provocan sensaciones en nuestros pies lo que resulta muy efectivo para entrar en ambiente.

*Otobong Nkanga denota una gran destreza en grandes tapices bordados con multiplicidad de elementos y colores que fueron dispersos al final de cada piso.
Si bien se trata de un trabajo capo lavoro las bellas piezas no logran insertarse dentro de la narrativa contemporánea.
Fueron colgados de forma ornamental cuando dichos tapices deberían haber sido expuestos en conjunto creando un discurso narrativo.
Vaya gran diferencia entre esta propuesta y la de Eva Jospin que fue inaugurada ayer en Casa Bradesco donde la artista de origen francés también hace tapices con los cuales forró toda una gran sala conduciendo al espectador a un viaje hacia el pasado o hacia nuestro interior se si quiere.

Espacios vacíos, nombres ausentes

Esta bienal está compuesta por piezas artesanales muy bien hechas denotando un buen manejo de los materiales así como en variedad de técnicas pero que nada tienen que ver con el arte contemporáneo.

La propuesta de Ndikung parece más una exhibición de artesanías que la de una bienal con lo cual a partir de ello la Bienal de San Pablo no queda bien parada.

La propuesta curatorial denota un retroceso y la muestra deja en claro una falta de tacto y conocimiento de las circunstancias de la urbe más poblada y vertiginosa de América Latina.

*Manaura Clandestina presenta una instalación compuesta por video, piezas textiles y fotografía que logra atrapar la sensibilidad del público dentro de una temática muy vigente como es la variedad de géneros humanos.

Nombres que no facilitan el género de los artistas sumado a la falta del origen, generan mayor confusión en el abordaje de las obras.
Si la confusión y la falta de información es lo que se han propuesto los curadores podemos decir que lo han logrado.

Ndikung ha basado su propuesta en la poesía donde de acuerdo a su criterio aun tenemos posibilidad de regenerarnos.

El título escogido para esta edición es “No todos los viajeros recorren caminos: de la humanidad como práctica” y está basado en el poema “Da calma e do silêncio” de la poeta afrobrasileña Conceiçao Evaristo (Minas Gerais, 1946).

La poeta al final de su poema dice: “No todos lo viajeros recorren caminos, existen mundos sumergidos que solo el silencio de la poesía penetra”.

La idea central de Ndikung junto con un equipo compuesto por cinco integrantes más es repensar la humanidad y proponer nuevos caminos a recorrer en pos de la salvación del ser humano agobiado por guerras y objetivos comerciales provenientes del devastador capitalismo.

El equipo curatorial se complementa con la participación de Alya Sebti (Casablanca, 1983), Anna Roberta Goetz (Basilea, 1984), Henriette Gallus (Grevesmühlen, 1983), Keyna Eleison (Río de Janeiro, 1979) y Thiago de Paula Souza (São Paulo, 1985).
El grupo se complementa con Gisele de Paula y Tiago Guimarães, responsables del diseño arquitectónico y expositivo.

La propuesta general se ha dividido en tres sectores que son más teóricos que efectivos.

El primer segmento evoca a través de la poesía de Evaristo, la importancia de explorar los mundos sumergidos donde la poesía puede ser un gran canal de comunicacion.
El segundo propone cuestionar lo que vemos cuando nos observamos tanto a nosotros mismos como a los demás, dejando de lado esa postura radical tan clasificadora que nos distancia unos de otros.
Para ese segmento se ha recurrido al poeta haitiano René Depestre (1926) en su poema “Una consciencia floreciente para los demás”, como luz guía hacia esos mundo sumergidos.
El poema de Depestre que comienza con “mi alegría es saber que tu eres yo y que yo soy fuertemente tu”, apunta a la recuperación de la humanidad.
El último fragmento se centra en los espacios de encuentro, estuarios, donde se reúnen personas de diferentes orígenes quienes no han sido responsables de sus destinos como son los casos de aquellos que fueron esclavizados.
Este fragmento está basado en el movimiento maguebit y su manifiesto “Cangrejos con Cerebro”, originado en Recife, Brasil, a principios de los años 90.

Sonoridades que se pierden

Ndikung ademas de ser amante de la poesía se desempeña como director y curador jefe de la Haus der Kulturen der Welt de Berlín.
Es también biotécnico a la vez que es profesor de arte sonoro, género artístico que ha dado cabida con sonidos provienes de diferentes países africanos.

Si bien la sonoridad es importante el hecho de que la mayoría de las propuestas no están dentro de recintos cerrados los sonidos se diluyen en los grandes espacios perdiendo efectividad.
Sin embargo además de la instalación ya comentada de Emeka Ogboh hay otras dos que se destacan.

El colectivo compuesto por *Raven Chacón, Iggor Cavalera y Laima Leyton es tan simple como efectivo.
Una instalación dentro de un cubículo con dos trozos de troncos de árboles acompañada por sonoridad proveniente de jóvenes de la comunidad Etenhiritipa Xavante componiendo claros lamentos contra el avance del capitalismo despiadado.

Por su lado Casa Hoffmann ubicada en Bogotá y dirigida por Andrés Moreno Hoffmann presenta una instalación también sonora sensorial donde se invitan a los espectadores a participar dentro de la propuesta del artista *Leonel Vásquez titulada “Templo de agua. Río Tietê”.
Andrés Moreno ha centrado su interés artístico dentro de la sonoridad razón por la cual ha creado una vasta colección de obras dentro de ese género el que día a día gana adeptos.

En las amplias salas divididas en los tres pisos vemos muchas pinturas colgadas en forma convencional.
Estas propuestas están muy superadas por manifestaciones actuales quitando vigor a esta edición que se asimila más a un espacio comercial que a una bienal.
Hay momentos en que pareciéramos estar caminado entre predios destinados a ferias africanas decoradas para atraer la atención de los compradores.

Tampoco las fotografías logran atraer la atención acorde al evento.

También sorprende el poco protagonismo que debiera de tener *Wolfgang Tillmans quien gozando de una visibilidad internacional habiendo expuesto en destacados espacios, participa en esta ocasión con dos fotos aisladas en cada lugar colgadas en diferentes espacios y junto a la entrada de los baños.

Una pena pues tratándose de un gran artista, seguramente que el más famoso de toda la nómina, no haya ocupado un lugar de prestigio y con una propuesta acorde a su narrativa.

Otra propuesta dentro de las pocas relevantes es la de *Juliana Dos Santos quien ocupa grandes lienzos donde la artista plasma de forma muy sutil sentimientos y sensaciones.
Dos Santos a su vez está llevando a cabo una muestra individual en la Pinacoteca de São Paulo motivo de una próxima nota.

Los grupos de las obras que integran los diferentes pisos son asimismo muy desparejos.
Unos con poco y otros con demasiada cantidad de obras y unos montados a otros.

Sin dudas se trata de una bienal con falta de rigor y de consideración hacia la línea que viene siguiendo esta manifestación.
Faltó logística y sobraron elementos decorativos.

El Museo Afro ubicado también en el Parque Ibirapuera tiene un sesgo parecido en cuanto a la forma de exhibir las piezas pero claro está que su función es otra.


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Comentarios

4 respuestas a «36º Bienal de São Paulo»

  1. Avatar de Rebeca Riva Zucchelli
    Rebeca Riva Zucchelli

    Muy interesante tu reportaje

  2. Avatar de Carlos Guinovart
    Carlos Guinovart

    Muchas gracias por tu impecable crónica.
    Me preguntó desde mí ignorancia si esos vacíos,esa falta de información y hasta esa incomodidad que queda patente en tus comentarios no son una buena metáfora de lo que genera en la poesía.
    Así mismo es claro que africa en general y el África negra en particular despliega lógicas estéticas particulares,que no siempre logran coincidir con el mainstream occidental.
    Me queda la duda (y reitero que es de audaz y solo basado en tu texto ) si el curador no logro impregnar la Bienal de poesía y africanidad.
    ¡Me diste ganas de ir!

  3. Avatar de Fanny Finkelman
    Fanny Finkelman

    Muchas gracias Daniel por la información, realmente da pesar que una Bienal tan importante no esté a la altura.

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